Un niño de 12 años ha muerto en el parque acuático Schlitterbahn en Kansas (Estados Unidos) mientras disfrutaba de Verrückt, el tobogán más alto del mundo.
El menor se precipitó desde la atracción, que alcanza una altura de 51 metros, la altura de un edificio de 17 plantas. La balsa en la que viajan los pasajeros caía a 100 kilómetros por hora, por lo que se necesitan al menos tres personas con una estatura de 1,37 metros (como mínimo) para que el peso contrarreste la velocidad que alcanza, algo que no se desconoce si el pequeño Caleb Thomas Schwab cumplía.
Como consecuencia de la muerte, el parque de atracciones ha sido cerrado con el fin de esclarecer las razones del accidente.
DC|QE