La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, llegó hoy al Senado para presentar personalmente su defensa en una de las últimas audiencias del juicio político en que puede ser despojada del cargo y que concluirá esta misma semana.
Rousseff se presentó en el Senado arropada por algunos dirigentes de izquierda, encabezados por su antecesor y padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, y fue aclamada por unos 200 simpatizantes que se congregaron frente al Parlamento, bajo una estrecha vigilancia policial.
«Dilma, guerrera de la Patria brasileña», cantaron los defensores de Rousseff, quien fue recibida por el presidente del Senado, Renán Calheiros, y muchos senadores de su menguada base política, de los que recibió un ramo de flores que agradeció sonriente y aparentando calma y confianza.
La comitiva de Rousseff también la integraban algunos de sus ex ministros y conocidos intelectuales y artistas, como el cantautor Chico Buarque.
La exposición de Rousseff ante el pleno del Senado, constituido en tribunal y dirigido por el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Ricardo Lewandowski, garante constitucional del proceso, será uno de los puntos culminantes del juicio político en que, entre martes y miércoles, se decidirá si finalmente es destituida.
La mandataria presentará sus alegatos finales durante media hora, un tiempo que puede ser duplicado si Lewandowski lo decide, y luego responderá las preguntas que puedan formular los 81 senadores, de los cuales 45 ya se han inscrito para el interrogatorio.
Según las previsiones del Senado, la audiencia de hoy se puede prolongar hasta la madrugada del martes, tras la cual se espera que la sesión sea suspendida para ser retomada por la mañana.
Se abrirá entonces un espacio para debates que será seguido por la última votación, en la que Rousseff será despojada finalmente del cargo si así lo decide una mayoría cualificada de 54 votos, que representa dos tercios de los escaños del Senado.
Según encuestas realizadas por la prensa local, esa mayoría ya estaría constituida y llegaría a unos 56 de los 81 senadores, frente a apenas unos 18 volcados en absolver a la mandataria, quien en ese caso recuperaría el poder una vez que se publique la sentencia.
Rousseff responde por la emisión de tres decretos que alteraron los presupuestos sin la venia del Congreso y atrasos en depósitos en la banca pública que generaron costosos intereses y se configuraron como créditos, según sostiene la acusación y niega la defensa.
DC | EFE