Hillary Clinton y Donald Trump se enzarzaron en una guerra de acusaciones sobre racismo de alto voltaje mientras intentan ganar el voto de hispanos y negros, electorados claves en los comicios de noviembre.
El candidato republicano a la vicepresidencia, Mike Pence, consideró hoy en una entrevista en CNN que las acusaciones de racismo de los demócratas «suenan desesperadas», pero lo cierto es que los afilados dardos de esta semana han salido de ambas campañas.
El alud de insultos comenzó el miércoles, cuando Trump dijo que Clinton es «una racista que ve a la gente de color solo como votos, no como seres humanos que merecen un futuro mejor».
La candidata demócrata replicó enseguida en una entrevista en CNN afirmando que el magnate «cortejó a los supremacistas blancos» y «ha diseminado el racismo».
Después, en un mitin en Nevada acusó a su rival de «haber normalizado a los grupos de odio y ayudado a los radicales a dominar el Partido Republicano» con su «campaña construida sobre el prejuicio y la paranoia».
El viernes, el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine, indignó al entorno de Trump al afirmar en Florida que el magnate «tiene seguidores como David Duke conectados con el Ku Klux Klan que van por ahí y dicen que es su candidato porque está impulsando sus valores».
«Los valores del Ku Klux Klan, los valores de David Duke, los valores de Donald Trump no son los valores estadounidenses, no son nuestros valores», insistió.
El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, consideró estos comentarios «difamaciones sucias, deplorables, viles y sin base».
Sin embargo, el sábado Trump reavivó la polémica al retuitear un mensaje de dos seguidoras negras que hablan en algunos de sus mítines y que relacionaban a Clinton con un antiguo miembro del Ku Klux Klan.
«@DiamondandSilk: Deshonesta Hillary está empezando a desesperarse. En sus vituperios hacia Trump en CNN olvidó cómo ella dijo que un miembro del KKK fue su mentor», indicaba el mensaje que el magnate citó sin comentario añadido en su cuenta de la red social.
El dúo de activistas conocido como «Diamond and Silk» confirmó a CNN que el mensaje se refería al fallecido senador de West Virginia Robert Byrd, un antiguo miembro del KKK arrepentido después, al que Clinton describió en 2010 como «un verdadero estadounidense original, mi amigo y mentor».
Esta guerra de acusaciones coincide con la nueva estrategia de Trump para acercarse al votante negro e hispano, dos electorados clave con los que Clinton le lleva una amplia ventaja en los sondeos.
El sábado en Iowa, ante una audiencia mayoritariamente blanca, Trump dijo con solemnidad: «Nada significaría más para mí que hacer de nuestro partido el hogar del voto afroamericano de nuevo».
En un discurso en el que volvió a pedir el voto de negros e hispanos, recordó una vez más que Clinton usó el término «superpredadores» en 1996, una palabra considerada racista y por la que la candidata demócrata ya pidió perdón meses atrás.
«Por cierto, ¿qué rápido se han olvidado de que Hillary Clinton llamó a los jóvenes negros superpredadores. ¿Se acuerdan? Superpredadores. Y ellos se sintieron muy insultados, pero ahora la gente se ha olvidado», dijo el magnate.
Poco después Clinton emitía un comunicado para conmemorar el 53 aniversario de la Marcha sobre Washington, que se cumple hoy y en la que Martin Luther King pronunció su histórico discurso «Yo tengo un sueño» para defender la igualdad racial.
«Lo que nos jugamos en estas elecciones no tiene comparación con nada de lo que hemos enfrentado antes. (…) Esos hombres y mujeres valientes que marcharon, se sentaron y sangraron por los derechos civiles en Estados Unidos no pueden haber eso hecho en vano», afirmó Clinton sin mencionar el nombre de su rival.
Precisamente hoy está convocada en el centro de Washington una protesta contra «la retórica de odio» del magnate con motivo del aniversario de la marcha y en la que participarán políticos, líderes comunitarios y activistas.
DC | EFE