La nadadora rusa Yulia Efimova, abucheada por el público por las acusaciones de dopaje de Estado contra su país, se vengó de las críticas colgándose la medalla de plata en la final de los 100 metros braza.
«Yo siempre pensé que la Guerra Fría ya era una cosa del pasado. ¿Para qué volver revivirla ahora utilizando el deporte?», comentó Efimova a la prensa rusa tras salir de la piscina en Río de Janeiro.
Efimova, que aún espera subir al podio en los 200 metros y en los relevos, se ha convertido en el blanco de la ola de animadversión hacia los deportistas rusos durante los Juegos Olímpicos.
Los deportistas de otras disciplinas se han librado por el momento de los silbidos y las críticas, quizás porque el público en las gradas es mucho menos numeroso que en la natación, donde además hay muchos aficionados norteamericanos.
La rusa ya había sido abucheada el lunes en las semifinales, cuando tuvo un encontronazo con las nadadores estadounidenses y fue criticada por varias rivales, algunas, como la irlandesa Fiona Doyle, que se quedaron fuera de la final.
Por si fuera poco, en la final fue silbada antes de sumergirse en el agua y también durante la ceremonia de entrega de medallas, pero la tensión alcanzó su cenit cuando la campeona olímpica, la norteamericana Lilly King, se negó a felicitarle por la plata.
«Entiendo a aquellos que no me han felicitado, ya que los medios de comunicación estaban llenos de noticias sobre mí que no eran ciertas», respondió Efimova, que entrena desde hace años en EEUU.
La rusa lamentó que muchas de sus rivales crean todo lo que dice de ella la televisión, aunque destacó que cuenta con el apoyo inequívoco de sus compatriotas, lo que le da fuerzas para seguir compitiendo.
«Después de todo lo que ha pasado, Yulia ha mostrado carácter, voluntad y coraje. Crucemos los dedos para los 200 metros», dijo Vitali Mutko, el controvertido ministro de Deportes ruso, que denunció las «provocaciones» contra la nadadora.
Campeona del mundo en cuatro ocasiones y bronce en los Juegos de Londres, reconoció que había vivido un auténtico infierno en los últimos meses.
«No recuerdo la última vez que dormí bien, aunque sea más de cuatro horas, sumando la siesta. Las últimas tres semanas fueron horribles», comentó a la televisión rusa, tras lo que rompió a llorar.
El motivo de las críticas a la mejor nadadora rusa de los últimos años hay que buscarla en los 16 meses de sanción que recibió en 2013 por consumir anabolizantes y que le privaron de sus cinco títulos europeos en piscina corta.
«Durante mi carrera deportiva ya perdí un año y medio por cometer una tontería», reconoció hace unos meses.
La pesadilla no acabó ahí, ya que en marzo fue también acusada de dopaje por consumo de Meldonium, fármaco cardiovascular incluido en la lista de sustancias prohibidas el pasado 1 de enero por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Después de que la AMA suavizara las sanciones por consumo de Meldonium, la FINA perdonó en julio pasado a Efimova, que siempre mantuvo que lo tomó antes de que entrara en vigor la prohibición.
Sin embargo, un mes después el COI excluyó a Efimova y al resto de atletas rusos que hubieran estado implicados en casos de dopaje después de que el informe McLaren denunciara el 18 de julio el dopaje de Estado en Rusia.
No pudo competir en los campeonatos nacionales y le prohibieron nadar bajo las órdenes de su entrenador, Dave Salo, afincado en California.
Cuando todo parecía perdido, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) llevó la contraria al COI y dio la razón a los rusos al rechazar la «doble responsabilidad», es decir, recibir dos castigos por la misma falta.
Al igual que otros nadadores mencionados en el informe McLaren, Efimova recibió el visto bueno para competir en Río el mismo día en que los Juegos fueron inaugurados.
El hecho de que la rusa fuera incluida en el último minuto ha irritado mucho a sus rivales, que consideran que el COI se bajó los pantalones antes el presidente ruso, Vladímir Putin.
«Un tramposo es siempre un tramposo», aducen.
Con todo, Efimova, de 24 años, apretó los dientes y, con menos entrenamientos de los necesarios, se colgó la plata y aspira a subir a lo más alto en los 200 metros.
«Lo importante es el oro», manifestó una desafiante Efimova, que no parece tener miedo, ya que nació en Grozni, capital chechena, de donde tuvo que emigrar cuando estalló la guerra en 1994.
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