Todos fuimos adecos alguna vez por aquello de que “nadie puede negar sus bases populares”. Por otra parte, es inútil –en el rango político- no recordar o ignorar la vida del país entre 1941 y el año 2000. En efecto, esa larga época de 15 lustros donde el partido Acción Democrática acumuló en su seno la crema del liderazgo criollo y, aún, sostuvo en sus filas lideres como la Dra. Ixora Rojas que dejó claro en su testimonio de vida de que “adeco es adeco hasta que se muere”.
Entonces, en la tolda blanca se reunieron, al mismo tiempo, hombres como el poeta Andrés Eloy Blanco, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto, Alberto Carnevalli, Teo Camargo; Leonardo Ruiz Pineda, Paz Galarraga, Juan José Delpino, Rómulo Betancourt y, el hombre de Doña Barbará, Don Rómulo Gallegos. Ningún partido llegó a tener tantas voces calificadas y políticas en una misma fila: Raúl Leoni, Luis Augusto Dubuc, Octavio Lepage, Canache Mata, Lusinchi y Carlos Andrés Pérez. También, David Morales Bello, Falcón Briceño, Américo Araujo; ó Paulina Gamus, Isabel Carmona, Dona Menca de Leoni; y los bregadores de obreros como Vargas, Malavé Villalba y Ramón Quijada.
Ninguna crisis, ni cívica, ni social, ni militar pudo detenerla. De cada pelea local o nacional salía fortalecida. El voto de la mujer fue una de sus conquistas de avanzada; luego, se fajó para incorporar las féminas al congreso. El Pacto de Punto Fijo impulsó la línea de allanar el mejor camino para ganar y proteger la democracia y cumplir la alternancia que incluyeron las Cien mil casas por año de Caldera y el aliviadero de Barcelona.
Pues bien, la historia de AD es exitosa e interesante. Ella logró armar de valentía y astucia a sus miembros, tanto que, se seleccionaban en la actuación de acuerdo a sus habilidades para enfrentar las contrapuestas. De ese modo, se mantuvo en la clandestinidad durante 10 largos años contra el régimen dictatorial de Pérez Jiménez que tenía al duro Pedro Estrada y su grupo, con Miguel Silvio Sanz, como perseguidores de los enemigos del régimen. El gobierno tenía observada a la oposición en vigilia continua. En efecto, las funciones privadas eran seguidas, y las reuniones políticas no podían ser públicas. La temeridad del mando era total y la Seguridad Nacional era temida en sus cometidos y peligrosa en el actuar. Pero la juventud de los blancos siempre fue impetuosa y leal. La fuerza y la sagacidad en la clandestinidad adeca se enfrentó ante las cárceles, castigos y torturas de Pérez Jiménez y los venció. Desde Petckoff que, disfrazado de mujer, se fugó del cuartel San Carlos hasta Isabel Carmona, y las agresivas y corajudas adecas, que servían de correo y hacían llegar a los escondidos las estrategias que seguían.
Por otro lado, la obra real de AD en Venezuela tiene su impecable lista: la OPEP de Pérez Alfonzo, las Becas Gran Mariscal, la Araña, el Puente sobre El Lago, La conquista de Guayana con su “Zar”, las redes de carreteras; el Puente sobre el Orinoco, El Pacto Andino, La Represa del Guri; El Acuerdo de San José, y el impulso de las universidades, tanto públicas como privadas: de Oriente, Simón Bolívar, Metropolitana, Santa María, Nacional Abierta, Monte Avila, entre otras, y los Institutos Tecnológicos.
Es innegable el rendimiento profesional de PDVSA, compitiendo entre las 5 más importantes petroleras del mundo. Parte de El Metro de Caracas, la electrificación total del país y la CANTV. Este volumen de obras está allí y es tonto negarlas. Agreguemos, la consolidación de una clase media estudiosa, pujante y fuerte en el continente y el mundo.
El 13 de septiembre AD cumplió 75 años de obrera y miliciana. Desde luego, “los adecos no araron en el mar”. Solo les falto decretar el “Día Nacional de los Abuelos” y el “Día Nacional de los Choferes de los Carritos de a medio”, pero todavía están a tiempo.
¡Felicitaciones!
DC / Luis Acosta / Artículista