Particularmente, suelo escribir sobre los asuntos políticos que afectan nuestro entorno, sin embargo puedo considerar que el tema en cuestión ha entrado en un limbo de acción y decisión por parte de la ciudadanía y de quienes desde su histrionismo se consideran dueños del poder; ante este escenario considero de mayor importancia aportar desde el coaching personal, elementos conceptuales que contribuyan a levantar el autoestima y la motivación al logro, a tantas personas que siguen dispersas y desenfocadas en medio de las crisis nacional, por lo pronto la política seguirá su curso sin mayores cambios hasta el cierre del último trimestre del año.
Desde la perspectiva del coaching, puede vislumbrarse la oportunidad de asumir una actitud positiva, que nos permita crear conciencia y desarrollar con entusiasmo la adquisición de nuevas habilidades, destrezas, información y conocimiento que podrían convertirse en hábitos para hacer la diferencia en tiempos de cambio, es decir sacar lo mejor de nosotros, para enfrentar desde nuestro interior las amenazas del entorno y convertirlas en oportunidades para asumir los retos que nos depara el futuro.
El punto de partida, inicia con asumir nuestra propia responsabilidad personal, trabajar con nuestro yo, visualizar los objetivos que deseamos alcanzar e ir trabajando en aquellas limitaciones que han venido convirtiéndose en piedras de tranca, para avanzar en el camino. Esta parte podemos llamarla, ubicar donde estamos parados; revisar nuestra vida personal, los distractores, excusas, pretextos, razones que hemos asumido como tranca para detener nuestro avance, y por pensar en modo negativo, frustración, lamentación, hemos restringido nuestras propias oportunidades, ya que asumimos una actitud negativa que nos limita a vislumbrar el camino.
Ante este escenario, es necesario cambiar del canal negativo, al positivo, fijarnos resultados a corto, mediano y largo plazo, trabajar con la proyección, utilizar todos los sentidos al momento de proyectar, visualizar lo que queremos alcanzar, imaginarnos en ese momento, sentir las emociones que nos produce esa vivencia, saborear el éxito, olfatear la felicidad, escuchar la emoción de la felicidad, tocar nuestros logros, de esta manera estamos impulsando enérgicamente a nuestro cuerpo y alma hacia esas metas que nos hemos propuesto alcanzar, lo contrario es seguir estancado en el modo frustración, esperando que las cosas cambien.
Ciertamente, el miedo al fracaso a intentarlo, a arrancar siempre estará presente, el sentimiento de error genera presión, la presión genera miedo y el miedo genera bloqueo, por lo tanto es necesario colocar los errores en el contexto, con conocimiento que no hay fracasos definitivos, que los fracasos son un aprendizaje, una lección que nos permite afinar la estrategia al momento de dar el próximo paso, o es que acaso ¿cuándo aprendimos a caminar, a manejar bicicleta, no tuvimos una caída y cuál fue nuestra reacción?, levantarnos y avanzar, la persistencia, la determinación, las ganas de seguir adelante son más potentes que el fracaso, asumiendo que en el camino de la preparación no todo son éxitos, siempre estará el aprendizaje en el error.
Aunque nuestros errores sean pequeños, es vital que aprendamos a reconocerlos, para avanzar es necesario aprender a hacer autocritica, a través del reconocimiento y la autogestión podemos gestionar nuestras propias debilidades y avanzar hacia el éxito, bien como lo he señalado anteriormente, el fracaso bloquea, pero el éxito también es muy peligroso, alimenta al ego, creando seres humanos prepotentes, con marcados complejos de superioridad, convirtiéndose en seres humanos altamente tóxicos ante el entorno que los rodea, proclives a quedar aislados de sus seres queridos y amistades verdaderas.
Finalmente, el reto es desafiar el potencial con que contamos como seres humanos excepcionales, con talentos únicos, potencialidades que requieren ser desarrolladas, solo dependerá de la actitud y el compromiso que asumamos ante la vida, para influir con nuestro impacto y modelaje ante los demás, trabajar conectados con nuestros valores, con la convicción y confianza que saldremos adelante, convertimos en nuestro propio coach personal, desafiando con optimismo las adversidades que hoy enfrentamos, en palabras de Mandela, “no importa cuán estrecho sea el camino, cuán cargada de castigo la sentencia. Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma”.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / @AlfonsoZulia/dialogopublico@gmail.com