Hoy se cumplen 35 años de la partida definitiva de Rómulo Betancourt. Varias veces cruzó nuestras fronteras. Unas, obligado por la circunstancia y el instinto de sobrevivencia, otras, al final de sus días, para dar paso a nuevos liderazgos y no hacer peso al Presidente de turno, especialmente si era compañero de partido, como fue el caso de Raúl Leoni (1964 – 1969) y Carlos Andrés Pérez (1974 – 1979 y 1989 – 1993).
Y es que en política Rómulo Betancourt era un peso pesado: Tres veces fue Presidente de Venezuela.
Para el momento de su muerte -28 de septiembre de 1981- estaba en Estados Unidos y era uno de los políticos más polémicos, característica que aún conserva. Ni siquiera hay acuerdo a la hora de darle un calificativo.
Para unos es “el padre de la democracia en Venezuela”. Manuel Caballero rechazaba de plano tal denominación y lo consideraba “un insulto a la memoria que se pretende así halagar”; recordaba que “desde el primer momento de su ser político, Rómulo Betancourt insurgió contra el paternalismo gomecista”. (Manuel Caballero, Rómulo Betancourt, político de nación. Fondo de Cultura Económica – Alfadil, 2004)
Germán Carrera Damas, por su parte, no vacila en considerar a Rómulo Betancourt “Padre de la democracia moderna en Venezuela; o, si se prefiere, de la democracia venezolana” y afirma que “la personalidad histórica de Betancourt” tiene una significación que “será, más y mayor apreciada, al enfocársela en el largo período histórico”. (Germán Carrera Damas, Rómulo Histórico, Editorial Alfa, 2013)
Para la politóloga María Teresa Romero, Betancourt “fue un gran organizador político cuyo legado incluye una visión audaz de las relaciones entre el Gobierno y los ciudadanos mediante el vínculo de los partidos políticos (…) Fue el principal pensador y ejecutor del primer programa civilista y democrático de toda la historia de Venezuela desde que fue república”.
DC|Diario Caracas