Bob Dylan no deja de sorprender: galardonado con el premio Nobel de Literatura el pasado jueves, para sorpresa de muchos, el cantautor estadounidense todavía no ha hablado este viernes con la Academia sueca que le otorgó la distinción.
«La Academia ha hablado con el agente de Dylan y también con el responsable de su gira», explicó el canciller de la institución, Odd Zschiedrich. No se había podido contactar directamente con el galardonado, que tampoco se pronunció acerca del premio durante el concierto que ofreció el jueves por la noche en Las Vegas.
Según Zschiedrich, la situación no es completamente extraña. «Ya ha sucedido varias veces, incluso en la época moderna, el hecho de no poder hablar inmediatamente con el laureado», aseguró.
Pero el silencio de la estrella podría resultar molesto para la Academia, que tendrá que defenderse de una elección atrevida y controvertida.
«Haberle atribuido el Nobel de Literatura es lamentable (…) La Academia sueca se ridiculiza», declaró el escritor francés Pierre Assouline, miembro de la Academia Goncourt.
Tradicionalmente discreto, Bob Dylan es el primer cantautor premiado con el Nobel, consiguiéndolo antes que autores como Salman Rushdie, Adonis o Ngugi wa Thiong’o, favoritos en los círculos literarios.
Según el Washington Post, que contactó a allegados del artista, «Dylan ha guardado silencio todo el día sobre su premio». Uno de sus amigos, el cantante Bob Neuwirth, declaró al diario estadounidense que el cantante «incluso podría no agradecer» el galardón, que sí fue anunciado en el perfil oficial de Facebook del cantante.
Dylan, cuyo verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman, es, a sus 75 años, uno de los cantautores más influyentes de la historia de la música, junto con el tándem de los Beatles Lennon-McCartney. Pero parece ser alérgico a los convencionalismos.
Caracteres difíciles
«Mis cosas, eran las canciones, lo saben. No eran sermones», declaró en una de las escasas entrevistas que ha dado, en 2004 para la cadena estadounidense CBS. «Si examinan las canciones, no creo que encontréis nada que me haga portavoz de nada».
En giras recientes, el artista suele mostrarse desagradable. Nunca tiene una palabra para su público, no se preocupa demasiado por saber si se le ve bien en el escenario y sólo toca sus grandes éxitos en raras ocasiones.
Esto no impide que se agoten las entradas. El jueves por la noche en Las Vegas, Dylan no cambió de costumbres. Casi no tocó ninguno de sus míticos temas, no autorizó ni una sola foto, ni siquiera dedicó un «¡Buenas noches, Las Vegas!». Encadenó las canciones como si de nada se tratara.
La Academia sueca ya ha tenido que lidiar con otros premiados de difícil carácter.
En 1964, el filósofo francés Jean-Paul Sartre rechazó el premio Nobel de Literatura en el momento en que supo que había sido galardonado, por lo que no obtuvo las 273.000 coronas suecas que acompañaban al premio en aquella época.
En 1970, la Academia y el escritor soviético Aleksandr Solzhenitsyn no consiguieron ponerse de acuerdo para que el premio se entregara en Moscú, pues el laureado se negaba a salir de la Unión Soviética por miedo a no poder regresar. Hubo que esperar cuatro años para que acudiera a Estocolmo.
En 2004, la novelista austriaca Elfriede Jelinek renunció a viajar a Estocolmo a causa de su «fobia social». Se le entregó el premio en Viena una semana más tarde que a los otros.
Cada año, se invita a los laureados el 10 de diciembre a Estocolmo para recibir su premio de manos del rey de Suecia y dar un discurso durante un banquete. La Academia sueca no sabe si Bob Dylan tiene intención de acudir.