Es recordado el viejo decir de que si un animal tiene patas, trompa y cuerpo de cochino, camina y ronca como un cochino, come lo que los cochinos comen y tiene olor y conducta de tal, vasié, no te engañes, eso no es un tucusito, no, es un cochino. Del mismo modo, que nadie se engañe, este régimen no es democrático y Maduro es un dictador, piensa, actúa y atropella como un dictador, luego tratémoslo como lo que es y actuemos en consecuencia.
Almagro -valiente Secretario General de la OEA- quien ha puesto rostro, nombre y pellejo a favor de la democracia en Venezuela, expresó recientemente que “Solo las dictaduras despojan a sus ciudadanos de derechos, desconocen el Legislativo y tienen presos políticos”. Si solamente las dictaduras hacen eso, esto no es un gobierno democrático, tenemos presos políticos como arroz, desaparecidos y torturados también; el régimen no le para al Poder Legislativo que es el órgano de control político del Estado, y nos despoja de derechos ciudadanos, los dos más recientes, el derecho a revocar al presidente, cuando algo más del 80% de los venezolanos queremos sacarlo por ineficiente, hambreador y corrupto, y el derecho a elegir nuevos gobernadores y diputados regionales, cuando el período constitucional de cuatro años se les agota.
La oposición ha hecho lo que le corresponde, empujar el proceso revocatorio que se convirtió en una carrera de obstáculos, hasta que el CNE apagó la luz pretendiendo no ver el final que intuye. Es obvio que siendo el régimen una dictadura, no acepte una consulta popular que sabe de antemano perderá por paliza. ¿Cómo permitir se les pregunte a los venezolanos si quieren o no revocar el mandato que el CNE proclamó hace más de tres años de forma dudosa, cuando hoy el 80% de nosotros queremos salir de él? Es obvio que una dictadura no podría admitir consulta popular, y habiendo fracasado en sus intentos, primero de rompernos la esperanza, y luego de hacer inviable el resultado, tan solo a una semana de la recolección del 20% de voluntades, sacaron del horno del laboratorio -que desde La Habana dirige la política y la economía del país- el cuento de las decisiones de tribunales penales de diferentes estados, que “obligaron” al CNE a suspender la recolección de huellas, porque el grito de esas huellas se convertiría en un revocatorio, en una voz evidente y sonora: Nicolás, vete ya.
El gobierno estiró el revocatorio lo más que pudo. Una dictadura que se precie, no puede arriesgarse a más.
A partir de la paliza electoral del pasado del 6 de diciembre -cuando se le hizo imposible ocultar la mayoría de 2/3 para la oposición, el CNE evitará toda votación- por eso una semana antes de darle el puntillazo al revocatorio, difirió por seis meses, sin razón alguna, las elecciones regionales de gobernadores y diputados de los estados, que constitucionalmente deben efectuarse en diciembre 2016. Es inteligente dentro de la lógica totalitaria haber actuado así, diferir primero las regionales cuando estábamos esperado el revocatorio, en el entendido de que lo más importante es salir de Maduro. Eso generaría un menor ruido. Piénsese, por ejemplo, que no hubiere sido así, que primero se hubiese matado el referendo revocatorio, y ahora el CNE dijera, tampoco tendremos elecciones regionales en diciembre. Se vería “más feo”, por decirlo de la más manera simple. El régimen concatena sus pasos en su único propósito: mantenerse en el poder.
¿Qué hacer? Tres acciones resultan lógicas. La primera, cada vez con mayor firmeza, seguir exigiendo la salida de Nicolás; sin olvidar el revocatorio, presionar simultáneamente en los otros caminos constitucionales ya conocidos y varias veces analizados en esta columna, sin obviar la renuncia, ya que si se cierra el referéndum revocatorio, se abre la puerta de la renuncia como válvula de escape. La segunda es hacer más frecuente y racional la presión de calle, que la calle no calle, calle y más calle. Por último, incrementar la tarea internacional, hacer que el mundo apremie más firmemente la salida de esta crisis política que es desgraciadamente más que eso, es un caos económico y social, una crisis humanitaria. Duro con el dictador, “eso es un cochino, no un tucusito”.
DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano