El último sábado de octubre Nuestra Patrona, la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, se reencuentra con su grey. Esta ceremonia se conoce como “La Bajada de la Virgen”. El Retablo Sagrado y Milagroso desciende desde el nicho del altar donde se guarda y venera durante todo el año hasta un trono especialmente decorado e iluminado con cientos de flores que ofrenda el pueblo a su reina que luego sale en procesión por las calles y vecindario del templo.
En sus orígenes y por largos años –refiere el cronista Fernando Guerrero Matheus- en su libro en La Ciudad y El Tiempo, la Bajada de la Virgen se realizaba usando un plano de madera inclinado y un torno de mano que regulaba en forma verdaderamente imperceptible el descenso de la Reliquia.
Este ceremonial duraba dos horas, ni un minuto más ni un minuto menos, de suerte que el encargado de manejar el torno –que lo era siempre por tradición y devoción familiar- convertía en punto de honor y de veneración llevar el pulso del descendimiento de tal modo que sin adelantarse ni atrasarse en las dos horas fijadas nadie pudiera percatarse de su proceso, principio ni fin.
Una promesa
Es leyenda marabina que el equipo utilizado durante años y años en el ceremonial de la Bajada de la Virgen fue promesa pagada y obra de un carpintero de cuarta o quinta categoría, pero que alentado e iluminado por La Chinita construyó una verdadera obra de arte, de increíble precisión y sensibilidad, tanto así que cuando quien manejaba el equipo lo hacía con verdadera devoción y responsabilidad de auténtico chiquinquireño. Nadie, ni los más perspicaces observadores podían darse cuenta del progreso del descenso, ni cuando se iniciaba ni cuando terminaba.
Asegura el cronista que este ceremonial, en lo que respecta al plano inclinado, al torno y al tornero devoto, desapareció, sin que se sepan las razones ni en qué época. “Una lástima -en realidad- porque ajustada la tradición a las más severas disposiciones del culto, le daba a la vez excepcional solemnidad y atractivo”.
Mañana, cuando de nuevo Nuestra Santa Patrona descienda desde su nicho a reencontrase con su feligresía, recorrerá las zonas aledañas a la Basílica.
DC | NP