Tras más de dos años y medio de vacío político, Líbano ya tiene presidente. El Parlamento libanés ha elegido este lunes a Michel Aoun, del Movimiento Patriótico Libre (MPL), tras un inesperado cambio en las alianzas internas. El exgeneral Aoun, que no logró alcanzar los dos tercios requeridos en la primera ronda, obtuvo 83 votos en la cuarta votación —tras dos intentos fallidos—, con los que superó el 50% más uno que marca la ley.
“Llego en tiempos difíciles, y hay muchas expectativas depositadas sobre mí para resolver las dificultades existentes”, fueron las primeras palabras que pronunció Aoun en su investidura para después enumerar la economía, la crisis de los refugiados y el pacto nacional en tanto que prioridades inmediatas. Líbano arrastra un vacío presidencial desde marzo de 2014, cuando el presidente Michel Suleimán cumplió su mandato y abandonó el cargo. A las rivalidades internas se han ido sumando las provocadas por la guerra siria, que han ahondado las diferencias que dividen a los dos bloques políticos del país: el 14 de Marzo, liderado por el Partido del Futuro, archienemigo del presidente sirio, Bachar el Asad; y el 8 de Marzo, bajo el liderazgo de Hezbolá, aliado del régimen sirio. Ambas coaliciones se han mantenido firmes en el respaldo de sus candidatos y han boicoteado una tras otra hasta 45 sesiones parlamentarias.
Mientras que el bloque del 8 de Marzo respaldó desde un inicio a Aoun, el 14 de Marzo se inclinó primero por Samir Geagea, líder de las Falanges Libanesas, para más tarde apuntar a Suleiman Franjieh, cabeza del movimiento Marada. El pasado 20 de octubre, Saad Hariri, hijo del ex primer ministro y líder del Partido del Futuro Rafiq Hariri, asesinado en 2005, sorprendía al adherirse a la candidatura de Aoun. “La elección de un presidente puede devolver cierta vida a las instituciones políticas. Pero este es solo el primer paso. Ahora habrá que ver si Saad Hariri será nombrado primer ministro y después que este sea capaz de formar un gabinete sin que las diferencias políticas vuelvan a boquear el proceso”, valora Maya Yahia, directora del Centro de Estudios Carnegie en Beirut.
El nombramiento de Michel Aoun como decimotercer presidente libanés responde a las ya comunes aunque inverosímiles alianzas domésticas más propias de las telenovelas árabes que de la realpolitik. Respaldado por Hezbolá quien a su vez es un firme aliado del Gobierno de Damasco, Michel Aoun regresará este lunes al Palacio de Baabda, el mismo del que tuvo que huir en 1991 temiendo que los Asad acabaran con su vida. Sin embargo, desde que las tropas sirias se retiraron del Líbano en 2005 tras 29 años en el país, Michel Aoun abandonó su exilio parisino para regresar a Beirut y dar forma a nuevas alianzas nacionales al tomar asiento junto a su antiguo enemigo Hezbolá. Y a pesar de las críticas, los políticos libaneses se congratularon este lunes de que esta crisis haya sido resuelta internamente sin recurrir a la intervención de potencias regionales o internacionales como suele ser la costumbre en este diminuto país.
El primer desafío que habrá de confrontar el nuevo presidente será la acuciante crisis económica. “Aoun es el único que ha prometido crear nuevos trabajos para que nuestros jóvenes no tengan que emigrar”, logra gritar Leila Arames, madre de tres que ha acudido a la plaza de Sassine, feudo cristiano de Beirut, para celebrar el nombramiento junto a un puñado de seguidores. “Creo que esto va a ayudar a asentar las cosas en el país y traer esa estabilidad que necesitamos todos”, opina Mounir Habbesh, dependiente en un comercio del centro de Beirut entre el eco de los fuegos artificiales que se suceden a plena luz del día. Desde que el acuerdo de Taif pusiera fin a la sangrienta guerra civil libanesa (1975-1990), el presidente del país ha de ser cristiano, el primer ministro musulmán suní y el portavoz del Parlamento musulmán chií. Por lo que la elección del presidente es fruto de acuerdos sellados previamente entre las diferentes fuerzas políticas. Igualmente, sus prerrogativas son reducidas en un puesto que alberga más simbolismo que capacidad de decisión real.
Aoun cuenta hoy con el mayor número de parlamentarios cristianos, 27, de una fuerza confesional política que se encuentra dividida entre la alianza liderada por el partido suní de Hariri y el que lidera el partido chií Hezbolá. Con el desbloqueo de la crisis, los libaneses esperan que los problemas internos, como la crisis de la gestión de basura o las paupérrimas infraestructuras que han desatado inusitadas y multitudinarias manifestaciones durante el último año, vuelvan a formar parte de la agenda política.
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