De entrada ni se dieron la mano, comenzaron intercambiando durísimos golpes (alguno bajo) pero, al final, terminaron diciendo algo positivo el uno al otro.
La candidata demócrata para la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, y el candidato republicano, Donald Trump, protagonizaron este domingo en San Luis (Misuri) el «debate más tuiteado de la historia» con 17 millones de trinos.
Y seguramente el más esperado, en medio de la tormenta política que vivía el republicano tras la publicación de un video de 2005 donde se le oye presumir de agredir sexualmente a mujeres porque «es una estrella».
Se prometía una auténtica guerra nuclear y por momentos la tuvimos. No tardó mucho en que el moderador pusiera sobre la mesa el asunto.
Pero a diferencia de la «mutua destrucción asegurada» de un conflicto con armas atómicas, Clinton y Trump salieron con vida del intercambio. Y siguieron con el debate hasta superar la hora y media.
Hablaron por supuesto del escandaloso video de Trump y de los correos electrónicos de Clinton.
También trataron la reforma sanitaria conocida como Obamacare, la necesidad de suplir una vacante en el Tribunal Supremo y más.
Trump vino a reconocer que efectivamente aprovechó una pérdida de US$900 millones en 1995 para no pagar el impuesto de la renta federal por casi dos décadas, tal como denunció el diario estadounidenseThe New York Times.
Y Clinton no desmintió que fueran ciertos los discursos a puerta cerrada en Wall Street filtrados por WikiLeaks.
La cuestión, por supuesto, es ¿quién ganó?
Sin nocaut
Para Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington, Trump volvió a ofrecer «ensaladas de palabras» cuando hablaba de sus propuestas políticas sobre reforma sanitaria o Siria.
«Y Clinton volvió a dar una respuesta confusa sobre su servidor de correo electrónico», agrega Zurcher.
«Si algo, el debate resultó en un empate», opina. «Con Clinton por delante en las encuestas, probablemente le venga bien el empate».
«Pero no hubo el nocaut (fuera de combate) explosivo que sus partidarios esperaban».
El magnate convertido en político había amenazado con entrar al debate tirándole a la ex secretaria de Estado en cara cada acusación o rumor malintencionado que circulaba sobre ella. Y cumplió.
Porque efectivamente pronto saltó a escena el asunto del video y los comentarios de Trump en los que presume de besar y tocar lascivamente a mujeres «sin esperar».
«Cuando eres una estrella, te dejan hacer los que quieras», se jacta.
Clinton dijo que las imágenes muestran quien verdaderamente es Trump, según ella, alguien no apto para ser presidente.
La respuesta del empresario fue recordar la vida sexual del expresidente Bill Clinton, marido de la candidata demócrata.
Acusó a la ex secretaria de Estado de atacar a las mujeres implicadas en las aventuras extramatrimoniales de su marido. Y llegó a decir que debería ir a la cárcel. Fue el momento de mayor tensión.
¿O ganaron los dos?
Antes del debate la presión sobre el magnate neoyorquino era enorme. Al menos 33 altos cargos del Partido Republicano le habían retirado el apoyo por culpa del escándalo del video.
De hecho, más de uno le pidió que se retirara de la carrera presidencial.
Rebelión republicana: le piden a Donald Trump que retire su candidatura y hasta su esposa, Melania, lo critica
Con el bando conservador al borde de la guerra civil y su campaña estaba en caída libre, en San Luis no eran pocos los que esperaban un cataclismo. Pero no llegó.
«El riesgo para Trump era una implosión total y más deserciones en el bando republicano. Eso no ocurrió y en ese sentido, ganó», opina Katty Kay, presentadora de la BBC en Washington.
Y sin embargo analistas y periodistas parecen coincidir en que Trump salió con vida, lo que no es poco.
Según la encuesta que hace el medio estadounidense CNN entre sus televidentes, Clinton ganó con un 57% contra un 34%.
El sondeo hecho por YouGov entre más de 800 votantes registrados le da a Clinton un 47% y un 42% a Trump.
Es de prever que tanto Clinton como Trump salgan a declararse ganadores. Y es posible que en esta ocasión sea cierto.
Es decir, la candidata demócrata va por delante en las encuestas y en términos futbolísticos, «le valía el empate».
Eso, junto a que parece poco probable que tras la noche del domingo haya quien salga de la indecisión para votar a Trump, pues es como para darse ganadora.
Y el empresario se debe quedar con aquello de haber salido con vida.
Dada la semana que llevaba, haber conseguido que los partidarios de Clinton vean el debate como una «oportunidad perdida» es para sentirse ganador.
DC | BBC