Bayas de Goji
Seguro que te las has encontrado esparcidas por la ensalada. Es un alimento que ha estado de moda en los últimos años. Hay quien dice que tras comerlas se sienten más calmados, y que incluso mejoran el rendimiento deportivo.
La verdad es que las bayas de goji son caras y no se ha probado científicamente que sean más saludables que otro tipo de baya. La variedad es la clave, así que consúmelas mezcladas con otros frutos silvestres.
Quinoa
Nos lo han dicho por activa y por pasiva: la quinoa es un superalimento sobrado de proteínas. Pues resulta que esto no es del todo así. En realidad sólo tiene un poco más de proteína que el arroz.
No te limites a la quinoa. Mézclala con bulgur, farro o trigo espelta. Ninguno es superior al otro, pero consumiéndolos todos te estarás aprovechando de un amplio abanico de vitaminas y minerales.
Berza
La berza (o kale, como dicen los modernos) es maravillosa, eso no lo dudamos, sobre todo en batidos o en forma de chips: aportan una cantidad generosa de vitaminas y minerales.
Pero no te limites a ella. Hay vida más allá. Las espinacas, por ejemplo, son más nutritivas que el kale. Se trata de una gran fuente de hierro, un mineral crítico a la hora de producir hemoglobina (que a su vez ayuda en el transporte de oxígeno a los músculos).
Chocolate negro y vino
De todos los alimentos que hemos seleccionado, este par son los más peligrosos. Cierto: son ricos en antioxidantes y muy apropiados para combatir las enfermedades cardiovasculares, pero también van sobrados de calorías (y alcohol en el caso del vino, obviamente).
Puedes darte un caprichito de vez en cuando, pero considerarlos como alimentos 100% saludables sería un error. Ya lo hemos dicho antes: prudencia y sentido común. Ni más ni menos.
Los nutricionistas odian el término superalimento. Es uno de esos palabros que va rebotando de tendencia en tendencia: primero fueron las semillas de chía, después el chocolate negro y a veces el vino.
Hay cierto peligro en llamar super a los alimentos. Este tipo de designaciones crean una falsa percepción, como si este u otro ingrediente pudiera utilizarse como atajo para mejorar la salud o perder peso.
No se trata de negar las bondades de, digamos, el atún. El problema surge cuando se etiqueta como super a un alimento que de eso tiene más bien poco.
Al final es lo de siempre: se trata de sentido común, de saber qué comemos y conocer los efectos que tiene dicha comida sobre nuestro organismo.
DC | MH