Enviado del Papá sobre diálogo: Nadie puede resolver sus tensiones con la violencia

“Ningún pueblo puede resolver sus diferencias con la violencia. Siempre hay otra posibilidad; violencia solo crea más violencia», así se refirió el enviado del papa Francisco, Claudio María Celli, mediante un comunicado dando algunos detalles del diálogo que en estos momentos llevan a cabo la oposición y el Gobierno de Venezuela. 

A su juicio, por más difícil que se vea, siempre hay una posibilidad de entablar acuerdos para llegar a la paz en este «querido país». Cabe destacar, que el Monseñor, quien es el mediador enviado por el Vaticano, leyó este comunicado el pasado domingo durante el primer encuentro entre ambos sectores.

A continuación el comunicado íntegro leído por el Monseñor Claudio María Celli:

“En nombre del Papa Francisco, quiero agradecer al Señor Presidente y al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela; a los responsables de la Mesa de la Unidad Democrática; al Secretario General y a los presidentes de la Unasur, por la invitación a acompañar este proceso de diálogo. Quiero comunicar a todos ustedes la cordial cercanía y a la oración del Papa Francisco.

El Papa sigue muy de cerca la compleja situación de este querido país y está hondamente preocupado por las tensiones existentes, y su deseo es de favorecer lo más posible a la feliz realización de este proceso. Sabemos que la paz es la primera preocupación del Papa Francisco por todos los pueblos y es la prioridad de la diplomacia de la Santa Sede. Ningún pueblo puede resolver sus tensiones con la violencia. Siempre hay otra posibilidad; violencia crea solo más violencia. Hoy necesitamos encontrar caminos que, aunque difíciles, conducen a una paz segura y duradera.

En la Encíclica “Laudato si” el Papa Francisco pone la pregunta: “¿Qué clase de mundo queremos dejar a los que nos sucedan, a los niños que están creciendo?”. Esta pregunta debe resonar hondamente en el corazón de todos: ¿queremos dejar a nuestros hijos una Venezuela en la violencia, en la polarización ideológica, en el conflicto, en el odio recíproco? Estoy seguro que ninguno de nosotros desea esto; ninguno de nosotros desea pasar a la historia como una personas que no ha hecho todo lo posible para evitar la violencia.

Papa Francisco dirigiéndose al pueblo de Venezuela en el septiembre del 2014, escribía: “les animo a redoblar sus esfuerzos para que la llama de la paz… ilumine con su luz a toda la sociedad. No hay que tener miedo a la paz, a la convivencia, al diálogo. La reconciliación y la unión no son una derrota o una pérdida sino una victoria, porque quien sale ganando es el ser humano, creado por Dios para vivir en concordia y armonía. ¡Que el ejemplo de Cristo, que con su muerte derribó el muro del odio y la división (Cf. Ef. 2, 14), les ayude en su compromiso por una sociedad cada vez más justa y pacífica!” ¿Estamos todos intentando crear espacios de un proceso de diálogo?, ¿Todo esto merece la pena?, ¿No es pérdida de tiempo?. Escuchando a las declaraciones después de los encuentros de la semana pasada, podemos decir que de un lado hay muchas personas que consideran el camino del diálogo como la única vía para recorrer y la comunidad internacional ha expresado un consentimiento casi unánime en el sostener el diálogo como único camino para Venezuela.

Al mismo tiempo existen personas que son contrarias al mismo o no creen en el diálogo: están desilusionadas por experiencias negativas del pasado o tienen miedo de la manipulación política del diálogo. Otros no son contrarios a esto tentativo de diálogo pero en el fondo lo considera inútil porque piensan que no llevará a ningún resultado concreto.

Todos aquí estamos convencidos que lo que estamos enfrentando es un profundo desafío. El diálogo es el camino principal de la política. El diálogo es el instrumento social que permite construir una polis, una ciudad, es decir “un pueblo, donde las diferencias se armonizan en un proyecto común” (EG, 231). La política tiene como su alta misión el servir el bien común de todo el pueblo y pertenece al bien común de un pueblo el derecho a la vida, a la seguridad, a la salud y al alimento. Hay que encontrar el camino en el marco de la ley, de la democracia, de la paz.

La última instancia democrática de una nación son su Constitución y sus leyes. El Poder Público y también la oposición tienen la responsabilidad de despetarlas y defenderlas. Como muchas veces ha afirmado Papa Francisco, todos estamos llamados a promover una cultura del encuentro. Ir al encuentro del otro con apertura, con disponibilidad a escuchar, “des-armado”. Como afirmaba Mons. Tscherrig dirigiéndose a Ustedes el lunes pasado: Quien se presenta “armado”, también a nivel de vocabulario, lenguaje y actitud, genera una reacción “armada”. Quien viene “des-armado”, es decir abierto a un diálogo respetuoso, “des-arma”, vencelas armas, desmiente la lógica del conflicto. El encuentro requiere de reconocer y aceptar al otro no como enemigo, sino como hermano. Y ningún sujeto histórico puede ser identificado siempre como «enemigo» absoluto y eterno. El enemigo mortal de hoy puede convertirse en compañero indispensable en el camino hacia
el futuro.

Permítanme subrayar como el diálogo es el método para abrir procesos nuevos. Esta palabra, proceso, es muy importante para el Papa Francisco. De mi parte, no solo la subrayo, sino más bien expreso la esperanza que este proceso de diálogo en Venezuela continúe y podamos acordar una agenda de temas, un método de trabajo, posibles etapas del mismo diálogo. Todos comparten conmigo la impresión de que no estamos frente a una tarea sencilla, sino más bien frente a dificultades que están enraizadas en nuestras vidas, en nuestras historias personales, muy hondamente. Pero estamos llamados a mirar lejos, buscando el bien de este querido país y, por ende, a sobrepasar las varias dificultades que enfrentamos.

A los comienzos de este camino, les pido, en nombre del Papa Francisco, que se llegue a concordar, para dar credibilidad a este proceso, algunos gestos concretos que destaquen la buena voluntad de ambas partes. El país está esperando señales auténticas para comprender que el diálogo es una realidad, es algo muy serio”.

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