¡Ganó Trump! Por Luis Acosta

Pero, por qué perdió Hillary?

La vida de Trump ha sido tumultuosa, tanto en lo familiar como en los negocios. No es muy conocida la situación económica y sus disponibilidades de hoy. Pero desde ayer, se sabe bastante de sus dificultades. Sin embargo, todo esto queda atrás, hoy es el flamante Presidente de Los Estados Unidos y está obligado a manejar su patrimonio alejado de la cosa pública.

Mas, cuando las cosas van a pasar, nadie las para. En efecto, el partido Republicano llego a esta contienda sin candidato visible o, peor, no se oteó una figura con valores propios para enfrentar a Hillary Clinton que, aun con sus errores, ocupó buena parte de su vida a la preparación de su candidatura a la Presidencia de Los Estados Unidos. Era su Plan Maestro.

Pero una cosa es prepararse en lo académico y administrativo, y otra es adecuarse políticamente. El mitin, la calle, la radio, la televisión y los mensajes son básicos. Por ejemplo, comentar que la mitad de los seguidores de Trump eran unos “desarticulados” u otra cosa parecida, fue fatal. En una contienda electoral no se pregunta al votante de qué partido es, sino que presente su documento de identificación para ejercer su voto.

En este sentido, en Venezuela se hacían chistes con el voto del ilustre, y eminente hombre público, Dr. Arturo Uslar Pietri. En efecto, se decía que “el sabe mucho pero su voto solo vale uno”, o sea, lo mismo que el voto de un campesino, o el de un analfabeta.

La parte última, y más interesante de la campaña, los dirigentes demócratas se ocuparon de la discusión sobre las novias de Trump, las mujeres abusadas y el enamoramiento continuo, cuando todo el país sabia y recordaba que Bill Clinton, en pleno mandato, tuvo su “affair” con Mónica. Esto lució un disparate moral. Después, aceptó homenajes públicos de los artistas bien calificados pero con ninguna vinculación política, cuando tenía a su lado a nombres interesantes como Al Gore, Kennedy, y otros que no tienen el peso político de Obama pero tampoco las cargas de las omisiones reclamadas al Presidente dentro de su mandato.

Después de eso, sus jefes de campaña y de protocolo dejaron libres a periodistas y asesores políticos y, como si fuera poco, no hubo control de las estaciones de televisión donde, en sus programas, no hacían diferencias entre un candidatura mejor elaborada, blindada, estructurada y preparada de forma y fondo, como la de Hyllary, y la de un recién llegado, sin hoja de servicio público y social. No obstante, el agravante fue que, sobre los dos, se hacían iguales comentarios mediante los cuales se aseguraba que ninguno de los dos estaba preparado para ejercer la Presidencia de Los Estados Unidos,  cosa no cierto ayer, ni hoy; pero, eso lo convirtieron en lo más relevante de la noticia televisada. Por otra parte, Hillary se recargó de optimismo y, sus adláteres, le hicieron creer que todo lo tenía ganado, sin percatarse del viejo dicho latino: “en política no hay enemigo pequeño”. Esta parte nadie se ocupó de valorarla y darle su verdadera dimensión. Ni el propio Barac Obama midió los resultados de la decisión “Habana” dentro de los cubanos y demás latinos en el estado de Florida.

De suerte, pues, que a Hillary le faltó asesoramiento mitinesco en la calle, para saltar de lo sajón a lo latino. No era una campaña contra Obama o Sanders, del mismo partido y con las mismas armas. Esta vez era Trump, acostumbrado al mando y la televisión manejada con astucia y malicia. Ella nunca se sacó de encima cuando Trump acusaba que los extranjeros quitaban los puestos de trabajo a los nativos y, así, otras arengas parecidas que a la mayoría de desempleados les encantó oír, viéndose hasta mejor pagados tan pronto Trump ganara las elecciones. Igual, poco se oyó a los demócratas sobre los diez millones de empleos calificados creados por el Presidente Obama durante su ejercicio. Así mismo, el fiscal del FBI jugó un papel determinante, en lo inmediato, a favor de Trump, que presentaba a Hillary, y su alrededor, como de mala calaña e insinuaba, maliciosamente, los correos de marras. Trump manejo ésto con destreza y habilidad, mientras ella no acertó en la defensa.

Mas, lo peor viene ahora porque “nadie puede hacer bien lo que no sabe”. Dios permita que estemos equivocados por segunda vez.

 

DC / Luis Acosta / Artículista

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