El prestigioso diario brasileño Folha de Sao Paulo publicó un trabajo periodístico sobre el éxodo de venezolanos a Brasil, en este caso específicamente a la población de Pacaraima, en el estado Roraima, que retrata de situación de indigencia en la que se encuentran los que de aquí salieron por la terrible crisis socio económica que el marxismo de Maduro trajo al país.
A los 28 años, Enrique Rafael Díaz tiene una vida muy diferente a la planeada. Estudiante de Medicina en Venezuela, cambió el aula de clases en los últimos meses por un semáforo en Boa Vista, donde pasa 15 horas al día vendiendo frutas, artesanías y lavando vidrios de carros.
Ya son 30 mil, según el gobierno del Estado, los venezolanos que en los últimos seis meses dejaron su país con una crisis de abastecimiento y cruzaron la frontera con Brazil, inundando ciudades como Pacaraima, puerta de entrada de los extranjeros del país vecino, y Boa Vista.
Roraima tiene cerca de 500 mil habitantes y trata el caso como crisis humanitaria.
Con esto el Estado vio crecer las atenciones hospitalarias, violencia, casos de malaria y prostitución. Los venezolanos duermen en las calles, en las autopistas, en inmuebles invadidos, un escenario que se agrava cada día, ya que en promedio cien extranjeros entran en el Estado diariamente.
“Sólo estoy tratando de tener una vida mejor. No hay comida allá. Traté de ayudar en la construcción y me machuqué una mano”, afirmó Díaz.
El es uno de los venezolanos que inundan los servicios de salud del Estado. En Paracaima, ciudad de 12 mil habitantes que vive un caos, dnde ya fueron hechas 3.200 atenciones de salud a pacientes venezolanos.
En la sala de emergencias de Boa Vista, donde Enrique fue atendido han sido 544. Otras 478 mujeres han pasado por la maternidad de la capital.
El impacto se siente también en la educación, que ha visto cuadruplicar a los estudiantes venezolanos inscritos.
Locales de gran movimiento en las principales intersecciones en la capital y la carretera, coexisten con olor a orina y las heces dispersas. Los restos de alimentos también son parte de la escena, así como el miedo a los asaltos.
Los registros policiales que involucran a venezolanos pasaron de 58 el año pasado a 220 este año 2016
Agresiones
En el Mercado de Passarão, 160 venezolanos, la mayoría de ellos indígenas de la etnia Warao han sido objeto de ataques diarios por brasileños.
La xenofobia, por cierto, ya es algo notable en las calles, por los brasileños y venezolanos. “No deberían estar aquí. Estoy en paro durante seis meses y algunos de ellos han conseguido trabajo. Que regresen a su país“, dijo el albañil Ramón da Silva, de Paracaima, sobre las 80 personas indígenas extranjeras que viven en un terreno vecino a la terminal de autobuses de la ciudad.
En otro semáforo, el brasileño Daniel da Silva de 41, que vende garrafas de agua, dice tolerar la presencia de extranjeros, siempre y cuando no se metan en su negocio “se pueden quedar, pero que queden quietos y que ni insistan en vender agua como ya intentaron, pero no los dejé”.
La cocinera venezolana Josefina Alfara dice que nunca quiso salir de su país, pero se vio obligada y espera la comprensión de los brasileños.
“Mi país es tan rico, tiene diamantes, petróleo, manda energía eléctrica para Roraima y vive una crisis terrible con ese presidente (Nicolás Maduro). No quiero quedarme aquí para siempre, pero veo muchos brasileños que nos voltean la cara. Todos somos criaturas de Dios“.
La decisión de la justicia venezolana de prohibirle al Parlamento el hacer un juicio sobre la responsabilidad de Maduro en la crisis del país, frustró más aun la esperanza de los extranjeros que cruzaron la frontera.
“Si él no sale, tal vez sólo volveremos en unos cinco años -si es que volvemos- cuando finalice su mandato“, dijo Glerdy Pérez, de 40 años, quien se encuentra en Boa Vista con su hija de 21 años, vendiendo fresas en las calles.
Si bien existe una fiscalización en la frontera entre los países, la entrada en Brasil se ve facilitada por ser frontera seca y territorial, con tan solo unas marcas blancas pintadas, que no impiden la entrada de cualquier persona a Pacaraima.
La ciudad parece un set de filmación de una película de la posguerra, con un montón de basura amontonada en las calles, con mal estado del tráfico en el centro comercial y los venezolanos viniendo todo el tiempo para comprar alimentos y revender en ciudades como Santa Elena de Uairén, la primera del lado venezolano. La demanda es tan intensa que incluso las farmacias y tiendas de ropa están vendiendo arroz, azúcar, pasta y aceite. Todo con precios inflados.
Es preciso hacer un esfuerzo para mantenerlos de alguna manera en Venezuela. Pacaraima debe ser refundada, de lo caótica que está”, dijo Julian Torquato (PRB), alcalde electo de la ciudad.
En el puesto de control de la ciudad, la mayoría de los extranjeros (casi el 70% dicen que van a entrar en Brasil para turismo. Pero el 10% en promedio, dice que vive o vivirán en suelo brasileño.
“Ellos viven con dificultad, buscando comida en la basura en Venezuela en los mercados libres. Sabemos que muchos pretenden hacer turismo por miedo a ser excluidos, esa es tarea de la Policia Federal. Nuestro papel es el de hacer un censo de la entrada“, dijo Silvana dos Santos, sargento de Defensa Civil y miembro del gabinete de crisis creado por el Estado.
La ciudad es también puerta de entrada para venezolanas que hacen prostitución en el suelo brasileño, cerca de 150 venezolanas están en las calles cercanas al Mercado de Passarão prostituyéndose, algunas de ellas son víctimas de robos y agresiones.
https://youtu.be/DDHQNMyPeuk
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