Lorraine Burnett, de 37 años, perdió una de sus extremidades luego de haberse quedado bailando hasta altas horas de la noche en un pub de su ciudad natal escocesa, Dunfermline.
«No pensé para nada en los pies adoloridos, pero dos años después me estaban quitando la pierna, me rompe el corazón pensar que mis tacones de cinco pulgadas me costaron esto», dijo.
Permanecer tanto tiempo con los tacones puestos le generó una ampolla en el tacón que desafortunadamente no respondió a los antibióticos, por lo que la joven poco a poco fue dejando de caminar.
«Había una gran ampolla roja en mi pierna izquierda y yo sabía lo que tenía que hacer, solo limpiarla y vestirla. Pero después de una semana, fue tan doloroso que acudí al médico y me recetaron antibióticos. Realmente pensé que me ayudarían», cuenta.
Los médicos entonces remitieron a Lorraine al hospital local, donde eliminaron la piel contaminada alrededor de la herida, pero esta continúo infectándose. Después de dos años recibió un ultimátum devastador: soportar estas infecciones repetidas por el resto de su vida, o perder la pierna.
«Tuve que renunciar a mi trabajo, no podía creer lo mucho que mi vida ha cambiado en un par de años. Pase de ser alguien a quien le gustaba salir todo el tiempo a estar completamente atada a mi casa».
DC/Agencias