Si hay algo que requiere el país en estas circunstancias que estamos atravesando son palabras de aliento que nos permitan levantar el ánimo y darnos una razón para seguir adelante, que nos motive a creer que si hay posibilidades en el futuro próximo y que no todo está perdido, aunque la escena del entorno sea dantesca, habrá que sacar lo mejor de lo peor y extraer la inventiva, la creatividad, la agudeza de la inteligencia para saber maniobrarse ante la cuerda floja y no desmoronarse ante esta crisis, he allí el ingenio del sobreviviente, he allí la capacidad del optimista.
Durante los últimos años hemos estado detonados de información de todo tipo, el uso de los medios (prensa, radio, tv, redes sociales) significa estar expuestos a recibir cualquier cantidad de mensajes que pueden desgastar el alma, que destruyen la esperanza, la fe y las expectativas de cambio, ante la voraz información negativa letal para la vida, que paraliza la iniciativa y demuele el emprendimiento. Sin embargo la decisión es personal, cada quien decide que ver, que leer, que escribir, que hablar; lo cierto es que todo dependerá de la cantidad de mensajes que procesamos en nuestra mente, que significado le estamos dando y cuál es el resultado que esperamos de ellos, somos lo que pensamos, la ecuación no podría ser diferente.
Según la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF) en los Estados Unidos, la mente humana procesa 50 pensamientos cada minuto o prácticamente uno por segundo, por lo que podrían ser sesenta mil pensamientos diarios, y la mayoría son negativos, repetitivos y del pasado, de cosas que ya ocurrieron y de asuntos que no han sucedido, y que probablemente no pasarán. Estos pensamientos debilitan el espíritu, propician el pesimismo, generan inseguridad y cultivan la crisis interior, caracterizada por el miedo, el enfado, la frustración, la violencia y otros comportamientos básicos que desencadena en emociones negativas y derivan en el caos y la indecisión.
Ante el escenario, anteriormente descrito, se hace necesario tomar la iniciativa de cambiar el canal negativo y pasar al modo “positivo”, sintonizados en la filosofía de Platón “La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, de valorar lo que tenemos y conseguir lo que queremos, vivir la vida con propósitos, trabajar en un plan, que permita enrumbar nuestros pensamientos hacia las metas que aspiramos alcanzar y focalizar nuestra atención hacia fuentes de información optimistas que alimenten nuestro espíritu de motivación y logro, ya que lo contrario tal como lo afirma Goleman, “cuanto más perturbada se encuentre nuestra atención, mas ineficaz será nuestra capacidad de respuesta”.
Estudios psicológicos, han determinado que las emociones y los sentimientos, están constantemente influidos y dirigidos por los pensamientos, que se generan en situaciones diarias, relaciones personales, sociales, interrelación familiar, laboral, es decir por todo lo que emanamos y percibimos de nuestro entorno, de allí vamos construyendo las actitudes, los intereses y los motivos que nos permitirán motorizar nuestras acciones futuras, las cuales pueden ser negativas o positivas, en tal sentido todo dependerá de nuestra “atención plena” (Mindfullness) de gestionar las emociones, reacciones, actitudes y pensamientos.
El “Mindfulness” como método persigue el aprendizaje de quienes somos mientras nos conectamos de una manera progresiva con nuestro yo interior y de apreciar el momento presente, permitiéndonos incrementar nuestra capacidad de concentración y creatividad, así como la capacidad de aceptación y compasión ante las realidades que nos rodean, conscientes que aunque hay cosas que no podemos cambiar, sí podemos darnos cuenta de cómo respondemos a todo lo que nos ocurre, permitiéndonos reaccionar resilientemente para lograr concebir estrategias que puedan dar respuestas positivas para transformar nuestras propias circunstancias.
Finalmente, la situación país que hoy estamos atravesando, debe permitirnos crecer como seres humanos, hacernos reflexionar sobre nuestro rol como ciudadanos, cuestionarnos sobre lo que estamos exteriorizando en nuestro entorno social y familiar, concienciarnos, si somos parte del problema o de la solución, si estamos paralizados en nuestra zona de confort, como especialistas de la crítica, o estamos aportando mensajes optimistas para construir el cambio de conciencia ante la incertidumbre.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado – Consultor Organizacional / @AlfonsoZulia / ahoconsultoria@gmail.com