EE UU ha empezado a estrechar la puerta de acceso de los cubanos sin visa. Tras la eliminación el jueves pasado de la política pies secos, pies mojados que permitía a los isleños sin papeles quedarse si pisaban suelo estadounidense, se han conocido los primeros casos de deportación, la confusión legal cunde en el aeropuerto de Miami y varias voces piden al presidente Barack Obama, que deja su puesto este viernes, que permita entrar a los migrantes que venían de camino.
Al menos dos cubanos han sido enviados a la isla, según el Movimiento Democracia, un grupo con base en Miami. Todavía no se han conocido casos de balseros llegados a la costa de EE UU desde que se supo la noticia del cambio legal, pero se podría dar la situación de que apareciesen algunos que se hubieran echado al mar antes de que trascendiese el fin de la norma y les sorprendiera la novedad al pisar tierra después de la peligrosa travesía por el Estrecho.
Lo abrupto del anuncio legal también parece que ha cogido a los agentes migratorios desprevenidos, causándoles confusión. Algunos cubanos han sido detenidos en el aeropuerto de Miami con visas, según la organización citada. Han trascendido casos como los de un matrimonio en sus sesenta que venían con permiso de turista a ver a sus hijos y fueron enviados a centros de retención, ella a uno de mujeres y él a uno de hombres. Según el portavoz de Movimiento Democracia Ramón Saúl Sánchez los agentes están preguntando de manera insidiosa a los cubanos que llegan con visas provisionales si quieren quedarse en EE UU y si la respuesta es afirmativa los tratan como inmigrantes ilegales.
Pero el drama se concentra lejos de EE UU. En México, Centroamérica y Sudamérica, donde hay un número indeterminado –cientos, quizá miles– de cubanos que habían salido de la isla antes del cambio legal y que ahora se encuentran empantanados, a medio camino, sin visa para entrar a EE UU ni intención, en muchos casos, de regresar a Cuba, planteándose la opción de intentar establecerse legalmente en estos países de tránsito o de seguir adelante y tratar de pasar clandestinos la frontera de México y EE UU. “Hay una crisis humanitaria in crescendo”, afirma Sánchez.
Distintas voces reclaman a Obama una bula para los cubanos varados. El Miami Herald, el diario más influyente de Florida, argumenta que “no se les avisó de lo que ocurriría cuando iniciaron su largo viaje desde Cuba” y propone que la orden presidencial se modifique “para permitir que todo el que pueda probar que salió de Cuba el 12 de enero [día del cambio legal] o antes sea acogido en EE UU bajo las viejas reglas de pies secos”. La iglesia cubana también ha hecho un comunicado en el que habla del “drama humano que afecta a tantas personas y familias” por la situación de los que salieron de la isla “confiados en las normas migratorias que los amparaban”, y pide una solución para ellos.
Este martes en Washington el asesor de Obama Ben Rodhes afirmó que lo súbito de la orden presidencial de terminar con la norma de acogida a cubanos sin visa tuvo como objetivo “evitar una ola peligrosa” de nuevos migrantes. Rodhes, que diseñó con el presidente la política de deshielo con Cuba y visitó la isla este lunes para asistir a la firma de un acuerdo con el Ministerio del Interior, no ha dado señales de que la Casa Blanca vaya a dar un permiso especial a los cubanos varados. Se limitó a decir que EE UU analizará con los países donde se encuentran y con Cuba si se les puede brindar alguna clase de asistencia “desde un punto de vista humanitario”, informa desde Washington Silvia Ayuso.
En principio, la vía legal que se abre a los que lleguen a EE UU sin permiso es pedir asilo político. Eso anuncia un fenomenal enredo en los juzgados. Las enormes dificultades que puede entrañar determinar si un cubano ha sido o no objeto de hostigamiento político en la isla proyectan un complejo horizonte de pleitos entre la justicia y los cubanos que pidan asilo político.
Otro asunto difuso es qué pasará con la lista de 2.746 cubanos que EE UU prevé deportar por haber cometido delitos y que La Habana se ha comprometido a recibir. La lista se confeccionó en los años 80 con individuos que habían llegado en la ola de exiliados del Mariel, cuando Cuba durante meses permitió salir del país a quien quisiera, metiendo entre los 120.000 que se fueron a presos y enfermos de hospitales psiquiátricos. De esa lista solo quedan medio millar vivos e identificados como deportables. El resto, hasta llegar a los 2.746, podría ser cubiertos con nuevos casos que Cuba revisaría individuo por individuo.
DC|El País