El próximo 5 de enero se designará por segundo año consecutivo, dentro del periodo general, una nueva junta directiva en la Asamblea Nacional, la cual debemos asumirla sin complejos, sin nostalgia del pasado y con apetito de poder. A ese respecto, me pregunto ¿cuál será la diferencia entre Henry Ramos Allup y Julio Borges en la conducción de la Asamblea Nacional?, pues bien, si continuamos con los mismos actores en la MUD, las mismas, estrategias, el mismo diálogo de las mentiras, las mismas políticas, la misma lucha de egos, no tengo que ser “pitoniso” para pronosticar los mismos resultados de la gestión de Ramos Allup-Chuo Torrealba en el año 2016.
Me pregunto, ¿será de verdad que por primera vez tenemos bajo la manga un plan de gobierno?, me refiero a un programa de gestión basada en una agenda legislativa para la transformación y el cambio que el país requiere, el cual debe ser compartido por todos los venezolanos, así como también por todas las organizaciones políticas agrupadas en la MUD y no sólo el súper poderoso G-4 sino por toda la sociedad civil opositora, que casi ronda el 90 por ciento de ciudadanos descontentos con el actual régimen.
Como primera tarea la Asamblea Nacional en lo inmediato consiste en reinsertar su agenda legislativa en el sentimiento de la gente como una herramienta básica para generar el cambio por la vía electoral, por aquello que “el sueño de los que están despiertos es la esperanza” ( Carlomagno ). Igualmente, romper con la polarización que tiene 18 años entronizada en el poder mandando y devolverle al ciudadano de a pie el poder para elegir, no tan sólo para votar y darle poder a su voz que no se escucha. Por lo tanto, la Asamblea Nacional debe ser la nueva fuerza de posibilidades para concentrarse en torno al poder, reorganizarse para lograr que se realicen las elecciones regionales y locales (las cuales tienes un año con el periodo vencido).
La función más importante de la Asamblea Nacional, y por lo tanto también de la nueva junta directiva, sigue siendo liderar al venezolano para crear las condiciones que hagan posible desalojar electoralmente del poder al régimen de Nicolás Maduro Moros y relanzar la democracia. Además, como órgano de representación popular, a nivel parlamentario las distintas fuerzas políticas pueden y deben expresar las distintas posiciones políticas y representar a sus electores. Es por ello que el poder legislativo, contempla cinco funciones estatales, a saber: 1) la función legislativa, 2) la función política, 3) la función contralora, 4) la función administrativa y 5) la función jurisdiccional. De estas funciones estatales se derivan diversas competencias que en otra ocasión ya hemos analizado desde la perspectiva de la mayoría (simple o calificada) que se requiere para su ejecución.
Por esas razones, que no expondré detalladamente, la Asamblea Nacional, tiene la obligación de rescatar el voto como expresión constitucional del poder del pueblo y, así, volver a la senda de la Constitución, asegurar el cambio político, superar la crisis económica y ganar una paz duradera, todo eso en el marco constitucional y democrático, les advierto si juntos no pudimos divididos estamos fritos.
DC / Joaquín Chaparro / Ex Concejal de Maracaibo / @joaquinchaparro