La mula de Goyo, por José Lombardi (@lombardijose)

Una vieja fabula contada a mi manera. La distancia entre el rancho y el pueblo son unos cuantos kilómetros, agotados de caminar, con el dinero que les quedo de la cosecha del café, Goyo y si hijo Ezequiel compraron la mula de Román, contentos como muchacho cuando recibe un juguete nuevo, decidieron estrenar la mula y pasear en ella hasta el pueblo, Goyo tiraba de ella mientras su hijo Ezequiel, sentado en el lomo sonreía de felicidad.

Al entrar al pueblo, empezaron los murmullos, ¿Cómo era posible que Goyo jalara de la mula, mientras su joven hijo Ezequiel, disfrutaba el paseo?, como si no hubiesen escuchado, Goyo junto a su hijo compraron el pan, dieron vuelta y regresaron a su rancho.

Al día siguiente, Goyo fue quien se sentó en el lomo de la mula y pidió a su hijo Ezequiel quien jalara de ella, cuando entraron al pueblo, la gente nuevamente empezó a murmurar, en esa oportunidad decían que Goyo era un mal padre porque jalar la pesada mula era demasiado para su joven y delgado hijo, tal como el día anterior, Goyo y su hijo actuaron como si no hubiesen escuchado nada, compraron el pan, dieron vuelta y regresaron al rancho.

Al día siguiente, Goyo y Ezequiel decidieron ir sentados ambos en el lomo de la mula, al llegar al pueblo, iniciaron nuevamente los murmullos, en esa oportunidad la gente se quejaba de lo injusto que era Goyo y su hijo, consideraban que el peso de ambos era demasiado para la pobre mula, como los días anteriores, Goyo actuó como si no hubiese escuchado nada, compro el pan y regreso a su rancho.

Afectado por los comentarios de la gente, Goyo decidió que la próxima visita al pueblo tendría que ser caminando, el junto a su hijo deberían jalar a la pobre la mula, así lo hicieron y justo al entrar al pueblo, el murmullo de la gente era sobre lo idiota que era Goyo y su hijo, habían comprado una mula para pasearla.

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