Acaba de inaugurar un Supermercado Express en la Av. El Milagro de Maracaibo. Un local moderno y de agradable fachada, atractivo a los ojos más exigentes. Las expectativas humanas, numerosas, pero los resultados, como siempre, solo sirven a los dueños en contraste con estos negocios en el primer mundo, donde se busca en todas las instancias ser útiles a la comunidad y adaptarse a dar el mejor servicio a los clientes para ganar dinero. En efecto, empezamos por significar el “Servicio Express”. Esto solo es bueno para ahorrar terreno porque la edificación no tiene suficientes parqueos y en poco tiempo veremos copados los alrededores del local con vehículos y compradores. Consideramos que estas omisiones, producto de diseñadores que se dejan ganar por el propietario, al final lo único que logran es perjudicarlo. A la larga revienta la verdad de las necesidades. No se termina de aprender el concepto gringo “No parking, No business”; es decir, si no hay parqueo, no hay negocio.
Por otro lado, el comprador no puede sacar el carro de comprar para llevar los productos a su vehículo. Esto, que es lo regular y acostumbrado en cualquier parte del mundo, está prohibido. Entonces, se pueden observar hechos como que un comprador de 87 años tenga que amarrarse 10 bolsas en cada mano y luego buscar un muchacho o llamar a un transeúnte para que le abra el vehículo. Lo ideal es que se enseñe al cliente a no llevarse el carrito de comprar para su casa como sí se permite en otros lares que, como excepción, el comprador vecino lleva el carrito hasta su edificio y después lo devuelve o lo usa en su próxima compra. En todo caso, la solución es cuidar la propiedad del bien sin perjuicio al cliente sano y respetuoso, pero nunca prohibir el saque del carrito del local hasta el estacionamiento.
Como si fuera poco, los matrimonios, no importa la edad ni la identidad, y que “Dios une por siempre en cuerpo y alma” no pueden usar la tarjeta de debito ni de crédito sin la presencia del titular. Entonces, una pareja que suman en edad un siglo y sesenta y nueve años, que no pueden con el peso de su cuerpo pero tienen voluntad de vivir, no tienen derecho de tener esa facilidad que ayuda a su calidad de vida porque los dueños creen que pueden perder en un reclamo 10,000 Bsf, es decir $2. Bien poco valor le otorgan estos comerciantes a la vida y sus vicisitudes.
Por todo esto, definitivamente, no estamos preparados para saltar del tercer mundo teniendo a estos emprendedores que todo lo hacen para ganar dinero y no para dar servicio a los ciudadanos como es la idea social y su obligación. Empezando por la preferencia y tratos especiales a los “chamos” de la tercera edad que, por otro lado, no compran mucho pero tienen derecho al servicio en condiciones adecuadas y los riesgos, además, son evidentemente pocos. Con toda certeza, un seguro para cubrir los siniestros de las personas de la tercera edad, amén de una cobertura que cubra el costo de los carritos, que por cierto poco valen, pueden evitar el tomar decisiones odiosas y pordioseras, tal el cobrar las bolsas de llevar las compras a la casa, que no se explican en el mundo civilizado y global de hoy.
Decisiones como no permitir el uso de una modesta tarjeta entre cónyuges sin la presencia del titular, aun presentando la cédula de la pareja, solo significan una arrogancia de estilo y un abuso en las condiciones de venta, sobre todo cuando están dirigidas a un matrimonio de siglo y medio de edad pero que se resiste como sujeto a morir.
Por último, le informamos a los que no lo saben que hay muchos países en el mundo donde su población senior representa el 25% de su total o mas; por ejemplo, en los Estados Unidos los habitantes mayores de 65 años de edad, los llamados babyboomers, son alrededor de 90 millones y son, además, los que tienen el mayor poder de compra entre la clientela. ¿Qué les parece?
DC / Luis Acosta / Artículista