El regreso de Barack Obama a un frío y lluvioso Washington este lunes tenía más aires de despedida que nunca. No solo acababa de terminar sus últimas vacaciones como presidente de Estados Unidos. Además, mientras el Air Force One completaba las últimas millas de recorrido de vuelta de Hawái, donde la familia presidencial pasó, como suele hacer, sus vacaciones de Navidad, la Casa Blanca distribuía un correo electrónico en el que el propio Obama anunciaba la fecha y lugar de su discurso de despedida como presidente. Será 10 días antes de que deje formalmente la presidencia, el próximo martes 10, en Chicago, la ciudad de adopción de Obama y donde construyó los pilares de la carrera política que hace ocho años lo llevó hasta la Casa Blanca de la que ahora se despide.
“El martes 10 iré a casa, a Chicago, para pronunciar mi agradecido adiós a todos vosotros, incluso si no podéis estar presentes”, explica Obama en su mensaje, que acompaña con una foto de él y la primera dama, Michelle Obama, observando los icónicos rascacielos de la tercera ciudad más poblada del país desde la orilla del lago Michigan.
Aunque el presidente asegura que “acaba de empezar a escribir” su discurso, parece claro en qué se centrará: en su legado, amenazado más que nunca por la llegada el 20 de enero a la Casa Blanca del republicano Donald Trump, que ha prometido revertir los principales logros de su predecesor demócrata, empezando por su programa estrella, la reforma sanitaria. Ese esfuerzo está centrando sus últimos días de presidencia y la mayoría de sus mensajes, como la cadena de tuits que Obama envió para celebrar el año nuevo y en los que resumió el “extraordinario progreso” que se ha registrado en sus ocho años de gobierno.
Al igual que en su nuevo mensaje, Obama aseguró que esos logros, desde el drástico descenso del desempleo a energías limpias y, por supuesto, su reforma sanitaria, fueron posibles gracias a los estadounidenses a los que ahora mostrará públicamente su agradecimiento. El discurso de despedida, una tradición, recuerda Obama, que inició George Washington en 1796 y que han seguido muchos de sus predecesores, aunque no todos, será una forma de “dar las gracias por este increíble viaje». «Para celebrar las diferentes maneras en que habéis cambiado este país estos ocho años y para ofrecer algunas ideas acerca de a dónde vamos a partir de aquí”, afirma.
La elección de Chicago como lugar de despedida es lógica, teniendo en cuenta que de este modo Obama cierra un ciclo vital clave. Chicago es la ciudad de adopción del hawaiano de nacimiento, el lugar donde inició su carrera profesional y luego la política, primero como senador estatal, hace 20 años, antes de dar el salto al Capitolio en Washington, en 2004. Ahí celebró sus victorias electorales. Y es también la ciudad donde conoció a su esposa y donde tuvo su domicilio hasta que se mudó a la Casa Blanca. Pero su residencia en la Ciudad del Viento permanecerá vacía por el momento. Los Obama no tienen intención por el momento de abandonar la capital. Han alquilado una lujosa vivienda en Washington, a solo tres kilómetros de la Casa Blanca, donde piensan instalarse a partir del 20 de enero y, al menos, hasta que la hija menor de la pareja, Sasha, concluya sus estudios de secundaria.
DC|El País