Con unas imágenes casi fantasmales, este «cementerio de barcos», en el lago Moynaq, ubicado en la ciudad de Khiva, demuestra cómo el tiempo y la mano del hombre pueden acabar con parte de la naturaleza.
Desde finales de la década de los 50, el lago, que una vez fue el cuarto más grande en todo el mundo, se ha ido consumiendo hasta desaparecer. Debido a los regadíos del «oro blanco» de ese país, el algodón, además del uso de las instalaciones hidroeléctricas, el lago se ha secado completamente.
Como era de esperarse, comunidades de esa región que antes se dedicaban a la pesca y otras actividades, ya no pueden realizar sus labores, pues la sequía de este lago es considerada un desastre natural. Esto ha llevado a que los niveles de desempleos se eleven y que, por supuesto, aparezcan problemas económicos.
Además, se ha advertido que la población cercana al mar de Aral, presenta elevada incidencia de enfermedades pulmonares.
DC|2001