De pantalón blanco y suéter rojo, El Divo de Juárez revivió ante los ojos de miles de personas que aguantaron el frío de Tolucas aplaudieron a los amigos y colegas del compositor.
No sería la única vez que figura del homenajeado hiciera acto de presencia, lo haría también para interpretar un par de canciones más, incluyendo “No tengo dinero”.
Y aunque a la distancia se veían su figura casi en tres dimensiones, no pudo interactuar más con los bailarines o los artistas en escena.
Porque era un sueño vuelto realidad verlo ahí de nuevo en el lugar que tanto amó, la tarima, y recibiendo el aire que le permitía respirar: los aplausos.
Antes del show parecía que muchos asientos se quedarían vacíos, pero en realidad la tardanza de la gente era porque luchaba por llegar y se distraía en los lugares de comida y uno que otro objeto personal de Juan Gabriel.
DC/G