El cambio de escenario le sentó bien a Donald Trump. Después de una rueda de prensa combativa en la Casa Blanca en la víspera, trufada de acusaciones a la prensa, ayer se desplazó a un terreno mucho más propicio: la factoría de Boeing en Carolina del Sur, donde se dio un baño de multitudes y recuperó el mensaje económico y militar que le impulsó en las elecciones generales.
Trump parecía en uno de sus mítines de campaña, donde hacía frecuentes paradas en aeropuertos de la América profunda, ofrecía un discurso rápido con su avión privado -con su nombre tatuado en grandes letras- de fondo y despegaba hacia la siguiente parada electoral. Ayer tenía detrás un avión ‘Dreamliner’ de los que produce la compañía estadounidense y que el presidente aprovechó para ejemplificar cómo en EE.UU. «soñamos cosas y después las construimos, hacemos realidad nuestra visión». El presidente recuperó sus promesas económicas de campaña, recuperar empleo, facilitar la manufactura estadounidense, acabar con las regulaciones que perjudican al mercado laboral, bajar los impuestos a las empresas para que sea más barato producir, revisar los acuerdos de comercio para que «no nos hagan trampas desde el extranjero» e impulsar «los productos hechos en nuestras fábricas por nuestros trabajadores».
«Vamos a traer más trabajo y mejores salarios para los ciudadanos leales de nuestro país», insistió antes de repetir uno de sus grandes lemas electorales: «A partir de ahora, América es lo primero».
El presidente también aprovechó su visita a Boeing -que participa en la industria militar estadounidense- para promover un discurso militarista: «Estar preparado para la guerra es la mejor forma de prevenirla», dijo citando a George Washington. «Habrá paz desde la fortaleza, construiremos un ejército que nadie se atreverá a desafiar».
Su discurso sobre empleo coincidió con una huelga general convocada en todo el país contra su presidencia. La movilización, en un país sin apenas tradición en este ámbito, tuvo escaso seguimiento, pero sí se celebraron protestas y manifestaciones en muchas ciudades.
Equipo
Mientras tanto, la Administración Trump trabaja todavía en la conformación del Gobierno. Ayer se llevó una de cal y otra de arena. El Senado confirmó a Scott Pruitt como director de la Agencia de Protección Medioambiental, después de muchas críticas por su cuestionamiento del cambio climático y de las regulaciones ecologistas. Pero Trump se llevó un chasco después de que el vicealmirante Robert Harward rechazara reemplazar al malogrado Michael Flynn como asesor de seguridad nacional. El puesto, dijo Trump en Twitter, «sigue en juego».
DC|ABC