Desde el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua, elaborado y aprobado por la Asamblea Americana del Congreso de Panamá, aquellos días de 1826, impulsado por nuestro Libertador, hasta las nuevas formas de integración latinoamericana como UNASUR, esto de garantizar la convivencia de nuestras naciones americanas, no ha sido tarea de simples firmas protocolares. Aquí cuando ni nos imaginábamos la creación de la OEA, ya Bolívar nos había alertado de que los Estados Unidos parecían destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad.
Esta frase ha marcado para siempre la conciencia nacional; de allí, que cuando de simples sugerencias diplomáticas se trata, el más lerdo de los venezolanos para la oreja. A ningún opositor se le ocurriría la idea de defender la violación a los derechos humanos, perpetuados por Maduro, a través de sus políticas de escasez de alimentos y medicinas, amén de la represión permanente a la dirigencia opositora, pero desear que en la solución de su crisis intervengan agentes externos, cualquiera que sea su signo, hay un trecho muy largo y peligroso.
Al Secretario General de la OEA, quienes nos oponemos a esta tragedia que tenemos por gobierno, le estaremos siempre agradecidos por toda su solidaridad, al contribuir a que los ojos del mundo volteen la mirada hacia nuestro territorio y nuestras calamidades, pero proponer que “si no se realizan elecciones generales bajo las condiciones estipuladas, pasaría a ser el momento necesario para aplicar la suspensión de Venezuela de la Organización”, es rayar el límite de una injerencia, que a todas luces favorecería más al gobierno, que a los sectores a los cuales él dice defender con semejante solicitud.
El cronograma electoral para la elección de gobernadores, es una gran verdad, ha sido violado por el CNE bajo los auspicios del gobierno y el TSJ, pero colocar como condición el que se adelante la elección Presidencial, bajo el ropaje de una elección general, es a contra vía de nuestra Constitución. Almagro lo sabe, pero cuando hace esta solicitud, está actuando más como vocero de los sectores radicales, propulsores del “Maduro vete ya” que, del propio organismo, donde jamás se aprobará la expulsión de Venezuela, y menos en el término perentorio señalado.
De nuevo la MUD pela el pedal en su estrategia de buscarle una salida a la crisis. Ya en el proceso de diálogo tomó un poco de esa pócima venenosa, al desmovilizar a sus seguidores y jugársela a Rosalinda con los “buenos oficios” del Papa, aferrándose a la fe de que el gobierno jamás le diría que no al Vaticano. Hoy vuelve por sus fueros y sale a colocar todos los huevos en la canasta de una posible intervención. Hecho que provocaría solidaridades automáticas de sectores importante del país y del mundo, hacia este gobierno que no soportaría ni una simple elección Comunal. Por estas y otras razones, con la OEA, amistad y gracia.
DC / Douglas Zabala / @douglazabala