Carmen Dolores Hernández, de 70 años de edad, fue asesinada por su hijo adoptivo, quien la mantuvo durante seis días ya fallecida en su apartamento. Tenía varias heridas causadas con un cuchillo. El homicida confesó el crimen cuando llegó a la vivienda y se topó con los funcionarios del Cicpc. Estaba acorralado y no salió bien librado del interrogatorio.
La mujer vivía desde hace más de 30 años en la Torre B-2, piso 4, apartamento 4-02 del Conjunto Residencial El Samán, en Los Chaguaramos. Algunos vecinos comentaron que era una mujer servicial, educada, aunque otros dicen que apenas saludaba.
Sin embargo, coinciden en que tenía un hijo que había criado, que desarrolló problemas de drogadicción, identificado solo como Jesús, un muchacho de 24 años de edad, que ella adoptó a los 5 días de nacido en Barinas. Su madre biológica, que era adicta al crack, se lo entregó recién nacido a Carmen Hernández para que lo cuidara, y velara por su alimentación y educación.
Sus problemas de adicción lo convirtieron en un hombre violento, aunque frente a los vecinos disimulaba su conducta. Ellos aseguran que es retraído y que habla poco. Cuando la madre le hacía reclamos por su adicción, le contestaba de forma grosera.
“Hasta el jueves en la mañana vi a Jesús cuando salió del edificio y me saludó. Le pregunté por su mamá y me contestó que se había ido a Baruta y que regresaba el martes. Esta mañana me enteré de lo ocurrido y estoy asombrada. ¿Cómo pudo actuar con normalidad todos estos días?”, se preguntó Rosa Vivas, conserje de la Torre B-1.
DC/EN