Hemos visto con placer que los dirigentes gaiteros zulianos han sido unidos y generosos reconociendo los méritos de forma individual y colectiva que empezaron con Ricardo Aguirre González. Empero, la gaita nació de un conglomerado doméstico y hasta hogareño como lo confirma a propia historia de Rincón-Morales. Ellos dicen “nacimos en 1957-58 entre reuniones familiares y serenatas decembrinas” (sic). En efecto, esa aurora se agrupó, salió a la calle y fue algo majestuoso. Luego, esta conformación navideña se transformó hasta su mejor expresión: Rincón-Morales, Cardenales, Saladillo, Barrio Obrero, Maracaibo 15, Guaco. Por lo tanto, La Gaita tiene su puesto familiar, social, sindical, económico y global, principalmente en el Zulia. “Su triunfo fue el ganar de todos. Su vida y desarrollo nos hizo, y hace, llorar de orgullo y bailar de gozo. Ningún resultado, ni el petróleo, mejor que éste. En efecto, el petróleo nos dio dinero y otras cosas no ricas, pero la gaita solo nos ha dado felicidad y decoro. El oro negro salió de los fósiles del subsuelo del lago, en cambio, La Gaita se elevó por la creatividad y el rico talento artístico del zuliano.
Recordemos algunos hechos. Por los años 40s, el ritmo de la gaita era lento: el furro, las maracas, la charrasca, una tambora enmudecida y un cuatro de pocos tonos. Los cantantes y el coro, medios sordos y estáticos. El furrero Jesús Lozano fue de los últimos que dirigía su conjunto a los 60 años y cantaba La Cabra Mocha. Después, por los años 50s, conocimos a Moisés Martínez, oriundo de El Saladillo, de la calle derecha. Moisés era un trovador e improvisaba los versos, las estrofas y discursos poéticos. Su voz agradable y melodiosa pero le faltaba un grado de soprano en la escala para cantar gaitas. Moisés terminó formando parte del conjunto Saladillo. Luego, apareció Ricardo Aguirre González. Era un gaitero prestado a la docencia. Lucía que cantaba mejor que dictaba clases. En poco tiempo, fue reconocido como la mejor voz gaitera de ese tiempo, de los viejos y nuevos, y su talento lo catapultó y elevó con grandeza con la insigne gaita La Grey Zuliana. Todos los demás, son tan buenos que no queremos caer en listas fallas, como veremos más adelante.
Sin embargo, queremos distinguir algunos trabajos espectaculares. En efecto, Rincón-Morales se inmortalizó con la gaita Orinoco y Pedrito Grey se lució en su compañía. Orinoco es incomparable: la lírica musical, el tono logrado, la diapasón y el rasgueo de los cuatros, el golpe de las tamboras, el rugido del furro y el raspado de la charrasca junto al ruido armónico de las maracas tuvieron que tener una inspiración milagrosa para tan perfecto trabajo. La Grey Zuliana es la gaita histórica, la social y la política, la humana y hasta la rebelde pero Orinoco, de Rafael “el Negro” Rodríguez, es la sonora, la rítmica, la que todos tocaron bien; la de mejor sonido en la grabación con la sin igual interpretación de Pedrito Grey. Por otro lado, Daniel Alvarado y su Negrito Fullero, no ha habido igual con Cardenales del Éxito de nuestro amigo Pedro Suarez. Mención especial para el conjunto Saladillo por su transición de la gaita vieja a la nueva; y al conjunto Barrio Obrero que no ha cambiado su gaita tradicional y, de pronto, sorprende con una gaita genial. Mas, todo esto es preciso guardarlo. Es la única forma de que lo recordemos con nombres y apellidos; por sus performances, por la dedicación, y sus tareas de músicos y cantantes. Entonces, ¿qué vamos a hacer con esta lista a la que aún le faltan muchos?
Raiza Portillo, Venancio Fernández, Francisco Morales, Altagracia Vílchez, Enrique Gotera, Jairo Sánchez, Betty Alvarado, Leo Finol, Angel Parra, Ricardo Portillo, Fernando Rincón, Chavín, Rafael Rodríguez, Lula López, Luis Germán Briceño, José Sulbarán, Humberto “Mamaota” Rodríguez, Douglas Soto, Luis Angel Aguirre, Jaime Indriago, Ender Fuenmayor, Luis Ezcaray, Cheo Fernández, Pablo Grey, Nerio Lujan, Joel Pirela, Fulvia Padrón, Germán Ávila, Hugo Huerta, Betulio Medina, Douglas Ochoa, Mirla Guerra, Rubén Trujillo, Jesús «Chichilo» Urribarrí, Argenis Sánchez, Nery Avila, Pedro Rosell, Gustavo Aguado, Ricardo Cepeda, Neguito Borges. Y, además, ¿qué vamos a hacer con los otros que vienen, y con los olvidados…?
¡Cantar y tocar bien necesita ensayo y dedicación, tanto cuanto dure la vida artística. Ellos hicieron su tarea cuando La Gaita y el Zulia precisaban de este trabajo. Ahora, le toca al Zulia recordarlos para siempre. Debemos pensar cómo hacerlo y cómo lograrlo!
DC / Luis Acosta / Articulista