Este viernes el nieto del ex vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, Nelson Totesaut Rangel, expresó su opinión por el reciente pronunciamiento del hijo del Defensor del Pueblo, Tarek William Saab. En el escrito el joven asegura que Yibram Saab “quiso acaparar el centro de atención con fines turbios”, pues a su juicio “a primeras luces” representó un acto de “auto-promoción”.
A continuación el texto íntegro:
El hijo del Defensor del Pueblo, Yibram Saab, se pronunció contra su padre. En el acto, el joven muchacho, quiso acaparar el centro de atención con fines turbios. Si bien muchos alegan que es una “limpieza de conciencia”, para mí (a primeras luces) representó un acto de auto-promoción; en medio de un mundo digitalizado, en el que algunos buscan la fama a expensas de cualquier cosa.
Enemigos tienen todos los políticos, quienes encuentran asilo en el hogar. La familia es el núcleo fundamental de la sociedad, aliados que deben ser incondicionales en los momentos de mayor necesidad. La familia es nuestro refugio, son nuestros consejeros permanentes los cuales no debemos traicionar. Las diferencias internas pueden existir (los que me leen las podrán notar en mi caso) pero la agresión directa y personalísima es la medida más baja en la que alguien pueda incurrir. Si uno quiere expresar disidencia familiar, no hay mejor forma que hacerlo bajo el santuario del nido. Nada cuesta argumentar nuestro descontento por medio de la discusión privada; muy distinta a publicar y mediatizar la desconformidad doméstica, por medio de un video viral en medio de un cisma como el actual. Vaya forma vil de entregar un mensaje…
Sin embargo, luego me hicieron percatar que la culpa completa no es de Yibram. Conozco los estragos de ser un hijo de la Revolución; nací en 1992 y no recuerdo gobierno previo a Chávez. Desde que tengo memoria, mi familia ha estado muy cercana al poder y ha representado un peso importante en el curso de la política del país. Esto implica una herencia ideológica y política forzosa. La gente asume que los rasgos mentales son transmitidos de generación en generación; al igual que el color de los ojos o de la piel. Somos esclavos de nuestro linaje, una simple sombra eclipsada por una gran figura que, sin querer, cubre a una estirpe entera.
Romper esto es todo menos fácil. En mi caso tuve el privilegio de poder pensar con libertad. A lo largo de mi formación, he desarrollado propiamente mis ideas y mi estilo de reflexión. Jamás se me buscó adoctrinar o moldear por una corriente política o ideología. Se me dio plena libertad intelectual, la cual ejerzo de la manera que me sea más placentera.
No conozco a Yibram, pero presumo que también ha sufrido de los terribles estragos de la polarización. Esta calamidad es tan fatal que, en algunos casos, puede generar la segregación por ambos lados. Por ejemplo, de pequeño, sin saber nada de política, fui objeto de un apartheid por parte de una oposición irracional; la cual atentó ferozmente contra un muchacho puro y despreocupado. Padres que alejaban a sus hijos de mí, colegios católicos que no me permitían comulgar, muchachos crueles que me insultaban en los espacios recreacionales; todo esto de gratis, por motivos que, para el momento, estaba lejos de lograr entender (y, hoy en día, sigo sin hacerlo).
Por consiguiente, es natural que busquemos refugio en algún sitio. Si comulgamos ideológicamente con nuestra familia, resulta fácil ya que tenemos las puertas abiertas a una hermandad. Pero si mostramos un poco de disidencia (sobre todo en tiempos convulsos como los actuales) seremos catalogados como traidores a nuestras raíces. Esta vulnerabilidad nos convertirá en blancos fáciles de utilización del cual se podrán aprovechar; todo esto con la oscura intención de herir a aquellos que tienen la real importancia.
Por eso es que debemos de saber cómo ejercer la política. Si bien gozamos de libertad para expresarnos como nos plazca (siendo libres de pensamiento y comulgando por lo que nos sea más verdadero), hay que tener cuidado en no aprovecharnos (o dejarnos aprovechar) por la simple notoriedad familiar. Es por ello que simpatizo con el fondo más no con la forma de Yibram. Simpatizo con su posible desespero generado de los incontables prejuicios en tiempos de alta tensión; simpatizo con la posible angustia de la discriminación; pero con lo que no simpatizo es en la forma pública en cómo se expresó contra su padre. Cansados tenemos que estar de las rupturas internas, hay que ser fuertes para destruir el odio y construir la unión, todo para evitar que generaciones futuras padezcan lo que nosotros padecimos; para evitar que niños vivan los terribles rezagos del rencor, producto de la polarización. Todo construido en base a la unidad y el respecto, primero desde el hogar y luego para el país.
Venezuela está urgida de esto. El odio fratricidio no puede ganar. La muerte, de quien sea, es triste y dolorosa. Representa el cierre de oportunidad a una vida llena de expectativas. La última, la de Juan Pablo Pernalete, la sentí más cerca que nunca. Al ser un compañero de casa de estudio, compartí el duelo expresado por miles de unimetanos que se congregaban para velar a otro estudiante. Esto no debe de quedar en las estadísticas de la manifestación, debe de servir para la reflexión de un país que se desangra solo. No ha existido una guerra, entre hermanos, justificada y limpia. Seamos críticos del otro y más de nosotros mismos; construyamos lo que queremos y aspiramos construir: un solo país.
@NelsonTRangel
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DC | El Cooperante