Los resfriados en bebés suelen ser de lo más común entre los más pequeños. Su sistema inmunitario es mucho más débil que el de una persona adulta puesto que este se encuentra sin desarrollar. Por este motivo son más vulnerables a contraer cualquier enfermedad.
La época del año en la que son más propensos a padecer resfriados es durante la temporada de otoño o invierno, ya que es en esta estación cuando nuestro hijo pasa más tiempo dentro de casa donde hay calefacción. Esto hace que sus fosas nasales se sequen y es este el momento perfecto para la aparición de virus.
Además también tenemos que tener en cuenta que a medida que nuestro bebé va creciendo, este también querrá experimentar, por lo que se llevará las manos a la boca después haber tocado muchos objetos, esto sumado a que su sistema inmunitario no se encuentra completamente desarrollado y que sus fosas nasales sean más estrechas favorece la aparición de refriados. Por ello en este artículo comentaremos cuál es la forma de tratarlo y cuál es el tratamiento más adecuado.
Cuando se trata de nuestro hijo siempre movemos cielo y tierra para que se encuentre lo mejor posible. Los síntomas que nos anuncian que nuestro hijo puede padecer un resfriado es que si normalmente se muestra activo y juguetón de repente deje de estarlo, este es uno de los primeros signos de alerta.
La presencia de fiebre que dure más de dos o tres días puede ser preocupante, ya que ahí deberíamos empezar a sospechar que puede ser algo más grave que un simple catarro. La mucosidad es otra de la claves que nos anuncian la llegada de un resfriado, y es que podemos notar que nuestro bebé tiene bastantes dificultades a la hora de respirar a causa de los mocos. Estos unidos a la fiebre pueden hacer que nuestro bebé duerma mal por las noches, y por lo tanto que no descanse adecuadamente.
Los padres ante la presencia de la fiebre siempre se sobresaltan, pero simplemente se trata de una forma por parte de nuestro cuerpo de advertirnos que algo en nuestro organismo no funciona bien. Por lo que durante un resfriado, la fiebre puede tratarse de uno de los síntomas más recurrente.
Por ello durante los días que le dure el resfriado deberemos controlar su temperatura corporal. Debemos hacernos con un buen termómetro para poder medir la temperatura de su cuerpo y así poder ver si la fiebre remite o si por el contrario aumenta. Es recomendable que lo hagamos dos veces al día y si nuestro bebé tiene menos de tres meses y tiene fiebre es importante que acudamos a su pediatra para que de esta forma os pueda orientar sobre lo que hacer.
Una vez que ya hayamos detectado los síntomas y efectivamente sepamos que nuestro bebé padece un resfriado. Debemos intentar que las condiciones en las que se encuentre sean las mejore posibles, y es que si por ejemplo la habitación en la que se encuentra nuestro bebé es demasiado seca debemos poner un humificador, para que de esta forma el ambiente este húmedo y así favorece a que la fosas nasales de nuestro bebé se abren y de este modo pueden respirar mejor.
Otra parte del tratamiento consistirá en mantener las manos de nuestro hijo limpias en todo momento limpias. Ya que como hemos comentado antes las manos suelen ser una acumulación principal de gérmenes, por eso debemos cuidar la higiene de esta parte del cuerpo.
Otro producto que puede ayudar a que nuestro hijo respire mejor es el suero fisiológico, y así podrá respirar mejor nuestro bebé. Es preferible utilizar ese tratamiento que usar gotas y sprays descongestionadores, ya que pueden ser malos para la salud de los bebés.
DC/MSN