El ministro de Defensa de Brasil, Raúl Jungmann, informó hoy que su despacho articula planes de seguridad fronteriza con Perú y Colombia y reiteró la preocupación «regional» con la situación venezolana y un posible agravamiento de la crisis.
«El crimen organizado, por un lado, se nacionaliza en Brasil», un país cuyo territorio abarca casi la mitad de Suramérica, y «por otro lado se internacionaliza en las fronteras», explicó Jungmann en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros.
Según el ministro, esa situación y la vecindad de Brasil con «al menos cuatro países» en los que se producen cocaína y otras drogas imponen la necesidad de un combate conjunto a todos los delitos de carácter trasnacional, entre los que situó como más «preocupantes» el tráfico de drogas y de armas.
«Ningún país puede combatir esa situación solo, sin sociedades con sus vecinos», indicó Jungmann, quien discutió esos asuntos con autoridades colombianas en una visita que hizo a Bogotá esta semana y recibirá su homólogo peruano, Jorge Montesinos, el próximo viernes en la ciudad fronteriza de Tabatinga.
Los planes que se discuten con Colombia y Perú incluyen unas maniobras militares conjuntas que serán realizadas en noviembre próximo en la Amazonía brasileña, a la que asistirán observadores de otros países, entre los cuales citó a Estados Unidos.
En relación a la situación en Venezuela, explicó que es objeto de «preocupación» en «todos» los países fronterizos e incluso a nivel «regional», sobre todo por la ola migratoria que pudiera desatar un agravamiento de la crisis y un eventual estallido de «un conflicto abierto».
En el caso de Brasil, explicó que está en preparativos un «plan de contingencia», centrado en una «preocupación» fundamentalmente «humanitaria».
Según el ministro, la crisis venezolana y la creciente escasez de alimentos y medicinas han generado un fuerte movimiento migratorio hacia Colombia y Brasil, aunque en este último caso en menor medida, que «obliga a estar preparados» para una eventual llegada masiva de ciudadanos de ese país.
«No queremos que la situación se agrave», pero «tenemos el deber de defender la frontera» y «prepararse para un posible agravamiento de esa crisis significa prepararse para atender una mayor presión migratoria», indicó.
Según datos no oficiales, en Brasil se encuentran actualmente unos 10.000 venezolanos, distribuidos entre los estados de Roraima y Amazonas, por los que discurre una línea fronteriza de casi 2.000 kilómetros.
Sin embargo, Jungmann precisó que entre 6.000 y 8.000 venezolanos atraviesan esa frontera cada día, sobre todo por Roraima, con la intención de adquirir alimentos y medicinas que en su país escasean.
El ministro agregó que existen algunas «tesis académicas» según las cuales un agravamiento de la crisis en Venezuela y el estallido de un posible «conflicto abierto» pudiera llevar a unos dos millones de personas a dejar ese país, lo que obliga a «estar preparados».
Según Jungmann, un conflicto en Venezuela «puede ser un factor de desestabilización regional y global» y Brasil «no puede permanecer callado» frente a esa hipótesis.
Agregó, sin embargo, que el Gobierno brasileño considera que es posible y se deben «buscar los canales de interlocución adecuados» para alcanzar una «solución política» a esa situación.
En ese sentido, explicó que el Gobierno de Michel Temer determinó que la próxima semana regresará a Caracas el embajador brasileño en Caracas, Ruy Pereira, llamado a consultas a fines del año pasado en medio de serios roces diplomáticos entre ambos países.
«No se puede perder la oportunidad de intentar mediar en esa situación», dijo el ministro, quien reconoció que las relaciones entre ambos Gobiernos no están totalmente normalizadas, pero aclaró que al menos en el ámbito de la defensa son «óptimas».
En ese contexto, anunció que, en un corto plazo, pretende invitar al general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa de Venezuela, a conversar sobre asuntos de seguridad fronteriza como los tratados con las autoridades de Perú y Colombia.
EFE