Estar juntos es mucho más que compartir la misma casa: es estar conectados de distintas formas. Si ambos están en la misma habitación, pero uno de los dos está clavado en el celular y el otro hipnotizado por la televisión, puede empezar a gestarse un sentimiento de soledad. La solución, si aún te interesa salvar la relación, es tener contacto visual mientras hablan y escuchar con interés genuino lo que la otra persona tiene que decir, además de salir juntos de vez en cuando (aunque sea a caminar por la colonia, tomados de la mano).
Está bien no discutir; lo malo es cuando a ambos les importa tan poco que ya no discuten. Las parejas que nunca discuten tienden a separarse cada vez más hasta que pierden el interés. La ventaja de esa falta de comunicación es que las separaciones son más amigables.
Los suegros pueden opinar todo lo que quieran y, casi siempre, lo hacen con buena intención. Sin embargo, tu pareja debería poner tus sentimientos en primer lugar. ¡Son un equipo!
Ya sabes lo que dicen: los opuestos se atraen. La verdad es que es uno de los mitos del amor romántico y, en las relaciones de pareja, no hay nada más falso. Si uno de ustedes es muy extrovertido y el otro necesita tiempo para recargarse después de eventos sociales, eso puede ser un problema. ¡Pero tiene solución! La cosa es entenderse y dejar que el otro lidie a su manera.
Si, hace cinco años, uno de los dos hizo algo que lastimó mucho al otro, puede que el problema surja en cada discusión; aunque ya lo hayan hablado y jurado que estaba resuelto. Aferrarse a los errores del pasado impide que la pareja avance y no terminará hasta que la persona lastimada perdone de verdad (cosa que, en realidad, no está obligada a hacer). La terapia de pareja ayuda en estos casos.
DC/Agencia