En el Estado de Georgia, EE.UU., un condenado a muerte solicitó algo muy particular apenas horas antes de que se cumpliera la sentencia. J.W. ‘Boy’ Ledford Jr. —que fue hallado culpable por degollar en 1992 a Harry Johnston, el médico que atendió el parto donde nació—, pidió que no se le aplique la inyección letal. Pero no lo hizo con la intención de que no se cumpliera la decisión judicial, sino que exigió un cambio en la modalidad de la aplicación de la pena: pidió ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento.
Según NBC News, esta petición fue hecha por Ledford a sus abogados, que lo elevaron a la Justicia, ya que en el Estado de Georgia se permite a los sentenciados a muerte elegir el método que consideren mejor.
La defensa alegó que el asesino temía «quedar en agonía» tras serle aplicada la inyección, debido a que hubo casos donde el medicamento letal falló y porque además afronta un tratamiento médico que podría generar reacciones diferentes en su cuerpo.
Según NBC News, los abogados argumentaron que «existe un riesgo sustancial de que el Ledford quede consciente y en agonía mientras el pentobarbital [nombre del medicamento] ataca su sistema respiratorio, privando a su cerebro, corazón y pulmones de oxígeno mientras se ahoga en su propia saliva».
Sin embargo, la petición fue rechazada por las autoridades, ya que el fusilamiento no figura entre las alternativas posibles. Asimismo, esgrimieron que en Georgia no se utiliza el mismo medicamento que falló en otros casos (el midazolam), por lo que no debería haber inconvenientes. Fue entonces cuando Ledford pidió clemencia y que no se le aplique la pena, lo que también le fue negado.
Este hecho se enmarca en la decisión de algunos estados como Arkansas de acelerar las ejecuciones debido a la fecha de vencimiento del fármaco utilizado. El caso de Ledford es el primero de este año en Georgia, que en 2016 sumó nueve.
DC/RT