El nacionalista puertorriqueño Oscar López Rivera quedó en libertad el miércoles luego de décadas de arresto domiciliario en un caso que lo convirtió en un mártir para sus seguidores y le ganó el odio de quienes perdieron familiares en una serie de ataques con bombas.
López era considerado un dirigente del grupo puertorriqueño que se declaró responsable de un centenar de ataques con bombas en varias ciudades de Estados Unidos y Puerto Rico en las décadas de 1970 y 80. Los ataques dejaron seis muertos y decenas de heridos.
No fue condenado por participación alguna en los ataques con bombas, pero los que perdieron familiares lo consideran responsable. López, de 74 años, fue vitoreado el miércoles por la mañana por una pequeña multitud que agitaba banderas puertorriqueñas frente a la casa de su hija.
Se espera un festejo multitudinario en la calle en las próximas horas.
DC/AP