La cuevita, por Eugenio Montoro

Una de las consecuencias de la tensión entre bandos es la de pensar que uno tiene la razón y el otro tiene la culpa lo que en cierta forma ya bordea al fanatismo.

 

Quizás por ello, buscábamos algún camino diferente al usual donde los comunistas acusan al capitalismo de todos los males y distinto también al que usamos los que nos gusta la democracia para acusar a los comunistas de que su sistema ha fracasado en la Unión Soviética y en China y bla bla.

 

Pues bien, parece que encontramos otra manera para comparar los sistemas en base a una historia real a la que bautizaremos como “la cuevita”.

 

Alrededor de 1980 un grupo de personas de clase media alta, algunos conocidos, decidieron renunciar a la vida tradicional de las ciudades e irse a vivir apartados y cerca de la naturaleza. Había una motivación religiosa y una visión compartida de cómo operar en la sencillez y en la paz. Un gran terreno, muchos árboles, viviendas humildes, labores manuales, sin propiedades, producción propia de alimentos, pocas reglas y las tareas compartidas, era la dinámica de ese grupo, es decir, lo más parecido a una comuna y en donde, además, todos eran buena gente.

 

Desconozco si “la cuevita” sigue existiendo, pero el punto a destacar es que estos ciudadanos que vivían en un régimen democrático decidieron vivir en comuna y nadie lo impidió. El sistema de libertades aceptó fácilmente a unos tipos a los que no les gustaba como vivían e hicieron tienda aparte.

 

Juguemos ahora a imaginar algo al revés. Supongamos que nos vamos a Cuba y queremos hacer un pueblo que funcione con un sistema capitalista, es decir que tenga sus fábricas, libre comercio, productos importados exportaciones, empresas de servicio, partidos políticos, propiedad privada etc.

 

No es difícil suponer que tendríamos que pedir a las autoridades cubanas un permiso muy especial, presentar los planes en gran detalle y quizás, después de mucho análisis, el gobierno podría aprobar, a gotas, la iniciativa siempre y cuando ese odioso sistema capitalista propuesto generara buenos dólares para los mandones cubanos. Quizás el nombre sería “Nueva Cuevita”.

 

La posibilidad de crear “La Cuevita” comunal dentro del sistema democrático en Venezuela no tuvo dificultad alguna, sin embargo, crear la imaginaria “Nueva Cuevita” capitalista en Cuba sería toda una proeza.

 

La libertad es una forma de convivencia social por la que muchos hombres han luchado y siguen luchando y sin lugar a dudas un sistema que ofrezca amplias libertades es el deseable y ciertamente el sistema comunista no lo ha sido, ni lo será.

 

Uno de los problemas de la democracia es que, para serlo, debe tolerar hasta sus enemigos y allí aparecen los reptiles tramposos populistas que engañan a la población y conquistan el poder solo para, de seguida, matar a la misma democracia y libertad que les permitió existir.

 

Así sucede hoy en Venezuela. Los comunistas que nos gobiernan quieren eliminar, para siempre, la democracia y la libertad con una constituyente venenosa.

 

Ni de vaina los vamos a dejar.

 

 

DC/ Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

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