Una historia irrepetible, por Luis Acosta

No creemos que Chávez, en las primeras de cambio, se proponía a hacer lo que después hizo con “la bicha”. Sin embargo, sus cálculos entraron a mejores facetas cuando la oposición abandonó el Congreso en una decisión más de la opinión pública que de los propios dirigentes políticos. También lo animaron Fidel, el Alba y, sus asesores, Ramonet y Ceresole. Pero las proporciones de Fidel y su isla no fueron proporcionales a la que plasman los 912.050 Km2 de superficie que tiene Venezuela y sus 35 millones de habitantes. Mas, Chávez estimó que el petróleo le serviría para financiar el desarrollo y manejo del país y, así, parecía cierto. Pero a Hugo se le fue la mano, abusó del tiempo y de la generosidad y olvidó que no era estadista sino pleitista. No consultó nada y, aupado por Ortega, Correa, Evo, Cristina y Lula mas envalentonado con su admiración por Fidel, creyó que la cosa emprendida era fácil y se podría mantener. Pero, en el fondo ganaron aquellos y, más que ellos, Fidel. En efecto, unos dólares baratos y un petróleo puesto en el muelle de cada país, que aun llegan, dieron fuerzas al Caribe, a Cuba y al Alba pero causaba debilitamiento en Venezuela por sus costos y presiones sobre el país más rico del Alba que, además, era el director de la orquesta.

Aun cuando el abandono de las elecciones congresista del año 2005 fue fatal para los opositores, también las debilidades del gobierno de Chávez afloraban todos los días. En efecto, no consiguió Chávez los dirigentes necesarios y profesionales para las tareas de gobierno y todas las victorias eran más pagadas que ganadas. Así perdió la consulta sobre la enmienda y la oposición empezó a recuperar el terreno perdido, tanto que, en las últimas elecciones, el gobierno perdió 10 a 1 y, con ello, perdió también la AN y perdió a Diosdado. Chávez fue más rápido que prudente. Había conseguido el voto popular de los cerros pero, igual, una suma importante de votantes era de pensamiento más venezolano que comprometidos y comunistas, que luego, más adelante, no se consideraron así. A todas éstas, Chávez dejó a Maduro su voluntad política y el cargo pero no pudo endosar su carisma y fuerza popular. Por otro lado, le dejó muy comprometido el gobierno a Nicolás aunque creemos que Maduro Moros ha sido dedicado pero no eficiente. En efecto, su rol direccional ha resultado fallido y continuo, con el agravante que luce vanidoso y engreído. Entonces él cree saber más de lo que sabe y también parece más humilde, cristiano, amoroso y músico de lo que es. En otras palabras, repitió los errores de Chávez, y el petróleo sólo se ha enfrentado a los dos.

Pero el problema del Presidente lo constituye que el mide los resultados a futuro de la revolución en Venezuela y lo compara con Cuba; ese es un error táctico y de cálculo. Por un lado, el proyecto habanero fue concebido en los años todavía “idealistas y apasionados”. Tanto así, que el atractivo mundial se identificaba con Cuba. Aparte de eso, insistimos que no es lo mismo tierra que agua, y 12 millones a 35 millones de habitantes. Aquí son 50 partidos que compiten; allá, acaso 4 o 5 controlables.

Siguiendo la historia, Chávez, y después Maduro, y más Maduro que Chávez, tuvieron una preparación política más elaborada que la común y, por la otra parte, los líderes tradicionales en Venezuela, por el contrario, pasaron a retiro a voluntad, obsolescencia o ad forsiori. En este sentido, Ramos Allup ha resultado formidable, pero el poder del contrario  es inmenso y general. Así mismo, la razón de la contienda para la oposición es ganarle al gobierno, mas para el gobierno es mucho más. No es perder unas elecciones sino perder el país y temblar el proyecto. Entonces esa es la inquietud  de los agregados como: advenedizos, vivos, arrimados, audaces y ambiciosos que no les interesa la democracia sino mantenerse con la calidad de vida que se disfruta a la sombra del poder y la amistad.

Luego Maduro, Diosdado, Saab, Moreno, Meléndez, los Rodríguez, Clark y Bernal son jóvenes y tienen fuerzas para convivir las alternativas, si fuera el caso, que el sistema democrático plantea y hacerlo con patriotismo y sin amarguras y, por lo tanto, deben proponer ir a las elecciones, que son legitimas.

El viejo Miquilena convenció a Chávez que el camino era la democracia y que había que creer en ella. Esta fue la forma mágica y misteriosa que el Comandante Chávez aceptó, siendo recompensado por los resultados. ¿Cuál es, entonces, la de los dirigentes, los militares y el gobierno de hoy?

 

DC / Luis Acosta / Artículista

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