Se espera que el presidente Donald Trump anuncie una nueva política hacia Cuba, con la que busca frenar el flujo de dinero estadounidense al ejército y los servicios de seguridad de la isla, pero manteniendo las relaciones diplomáticas y permitiendo que las aerolíneas y cruceros estadounidenses sigan dando servicio a la isla.
En un discurso programado para el viernes más tarde en un teatro en Miami relacionado con el exilio cubano, Trump anunciará las medidas políticas como cumplimiento de una promesa que hizo durante la campaña presidencial del año pasado para revertir el reencuentro diplomático con la isla lanzado por el entonces presidente Barack Obama después de décadas de distanciamiento.
Funcionarios de la Casa Blanca que dieron un adelanto a los periodistas el jueves sobre el cambio de política, alegaron que las propuestas de Obama acabaron enriqueciendo al ejército cubano mientras aumentaba la represión en la isla.
Los funcionarios hablaron bajo condición de no ser identificados a cambio de revelar la nueva política antes de que lo haga Trump, a pesar de las críticas frecuentes del presidente sobre el uso de fuentes anónimas.
Sin embargo, las medidas que anunciará Trump representan tan sólo una revocación parcial a las políticas de Obama. Además, asignarán al gobierno federal la complicada labor de regular el viaje de estadounidenses a Cuba para asegurarse de que no se realicen transacciones con el conglomerado vinculado al ejército que dirige gran parte de la economía cubana.
Al restringir los viajes individuales de estadounidenses a Cuba, la nueva política también conlleva el riesgo de restringir una importante fuente de ingresos para el sector privado de la isla, al que la medida pretende apoyar.
Bajo los cambios previstos, Estados Unidos prohibirá las transacciones financieras con decenas de empresas administradas por el corporativo GAESA, el cual está vinculado al ejército y opera decenas de hoteles, transportación turística, restaurantes y otros servicios.
Nuevamente se requerirá que la mayoría de los estadounidenses que visiten la isla lo hagan como parte de grupos turísticos organizados por compañías estadounidenses. Los lineamientos también requieren un itinerario completo de actividades diseñado para exponer a los viajantes a la vida diaria de los cubanos.
Pero debido a que las reglas de Cuba requieren que los grupos de turistas cuenten con guías proporcionados por el gobierno y utilicen autobuses del Estado, la medida le ha dado al gobierno cubano prácticamente control absoluto del itinerario de viaje y ha canalizado muchos de los ingresos a las empresas estatales.
Obama eliminó el requerimiento de tours, permitiéndoles a decenas de miles de estadounidenses reservar sus viajes e invertir su dinero en propietarios independientes de posadas, restaurantes y conductores de taxis.
La embajada de Estados Unidos en La Habana, que se reabrió en agosto de 2015, permanecerá como un puesto diplomático completamente operativo. Trump tampoco revertirá la decisión de Obama de poner fin a la política de «pies mojados, pies secos» que permitía que la mayoría de los inmigrantes cubanos que llegaran a Estados Unidos permanecieran en el país y eventualmente se convirtieran en residentes permanentes legales.
Presumiblemente, no se harán cambios en las normas que estipulan qué artículos pueden traer de Cuba los estadounidenses, incluyendo ron y habanos producidos por empresas estatales.
Se prevé que el viernes se den a conocer más detalles sobre los cambios, cuando la nueva política entraría en vigor, pero ninguna de estas modificaciones será efectiva hasta que el Departamento del Tesoro emita nuevas regulaciones, lo que podría tomar varios meses.
Eso significa que cualquier turista estadounidense que actualmente tenga un viaje reservado a Cuba en las próximas semanas podrá proseguir con sus planes.
Los detractores afirman que los cambios solo perjudicarán a los ciudadanos cubanos que trabajan en el sector privado y dependen del turismo estadounidense para ayudar a proveer a sus familias. Quienes están a favor de la medida expresaron su gratitud al énfasis de Trump en el tema de derechos humanos en Cuba.
En diciembre de 2014, Obama anunció que él y el líder cubano Raúl Castro restauraban las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, bajo el argumento de que la política a la que Estados Unidos se apegó durante décadas no pudo generar un cambio y era momento de intentar una nueva postura.
Estados Unidos rompió relaciones con Cuba en 1961, después de la revolución que encabezó Fidel Castro. Pasó las siguientes décadas ya fuera intentando destronar al gobierno cubano o aislando a la isla, lo que incluyó un severo embargo económico impuesto en primera instancia por el presidente Dwight D. Eisenhower.
El embargo aún está vigente y no sufrirá cambios por las políticas de Trump. Solo puede ser levantado por el Congreso de Estados Unidos y los legisladores, en especial aquellos de ascendencia cubana como el senador republicano de Florida, Marco Rubio, no han mostrado interés en hacerlo.
DC/AP