La gente se olvida de los días y años que han estado disfrutando en su vida diaria, sea en el campo, la casa o la oficina, de los programas en radio y televisión que por tanto tiempo le sirvieron de refugio y goce en los ratos hermosos y exclusivos de su rutina.
Por ejemplo, Luis Alfonso Larrain y su Orquesta amenizaban por Radio Rumbos el Vermouth de todos los mediodías. La familia encendía su radio y se sentaba en la mesa a almorzar con los acordes musicales de Luis Alfonso. Eran momentos exquisitos y de excelentes recuerdos.
A esa misma hora, en Maracaibo, Mamerta y Cocomoco deleitaban con sus chistes, ocurrencias y travesuras por la Radio Popular, mientras Néstor López, Arturo Celestino “El Premier” y el joven Alberto López Bracho se lanzaban con los detalles deportivos a través de Ecos del Zulia, y, así, comentaban de la mejor atrapada de Luis Aparicio “El Grande”, o del juego de las 20 entradas entre Gavilanes y Pastora. Lázaro Salazar, los Grillos A y B, Cocaína García, Vidal López y Domingo Barboza con Manduco Portillo eran principales protagonistas.
Luego apareció en Radio Caracas Televisión, el Tío Víctor Saume. Don Victor Saume, como le decían, manejaba una alegría viva y contagiosa a través de su programa El Show de las 12. Pero algo le cayó encima al viejo Saume que resultó ser Renny Ottolina. En efecto, Renny revolucionó, en poco tiempo, la televisión venezolana. Talentoso, creativo, dinámico, organizador; de verbo fácil y virtuoso, mágico, ingenioso y espectacular animador. Eso le permitió vender, caro y rápido, su espacio. El Show de Renny se vio en Venezuela, Cuba y México y, años después, en los Estados Unidos. Pedro Vargas, Pedro Infante y Toña La Negra, La Lupe, quien tiraba el zapato al escenario, Cantinflas, Ray Conniff y Chico Offarill estuvieron allí.
Sin embargo, no estuvo solo Renny. En efecto, irrumpió el Pequeño Gigante, Amador Bendayán. Su Sábado Sensacional no era un Show sino que se convirtió en un acontecimiento que se repetía cada sábado. Desde el Miss Venezuela hasta la aparición de una madre que no veía a su hijo menor en 30 años. Pero igual se casaba, de verdad, María Moñitos con Pedro Picapiedras. También, Amador fundó La Casa del Artista sobre la cual hoy se discute mucho. Falta agregar la compañía de Gilberto Correa, el creador del mejor lema para vender seguros: es mejor tener un seguro y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo.
Por otro lado, Billo Frómeta fue el maestro del plantel de cantantes de la república. Los intérpretes de viejos boleros, guarachas y sones como “Nosotros” con Rafa Galindo o “Swing con son” con Víctor Pérez no pasan de moda. Frómeta es definitivo en el triunfo de Felipe Pirela y José Luis Rodríguez y ellos así lo reconocieron más adelante.
Aldemaro Romero se perdió de vista y no se alejó de Venezuela porque nunca lo deseó. El escogió, junto a Elizabeth, un país para vivir, crear y formar su familia: Venezuela. La Onda Nueva trata de su última creación.
El Cocotero de Armando y Maracaibo en la Noche de Jesús dieron la vuelta por Venezuela y México y demás países latinos. El Profesor Negrón, de “Monte su caucho Good Year”, estremecía la audiencia de emoción con su pregunta: ¿Cecilia, cuanto tiene el pote?. Por su lado, Juan Vicente Torrealba fue tan grande por su arpa y lo que compone como por su vida ejemplar, por su salud de roble y centenaria y su nobleza del alma. Concierto en la Llanura basta para hacerlo inmortal y fecundo. El Musiú Lacavalerie, el famoso Marco Antonio, merece una mención especial y hermosa. Versátil, alegre, gracioso, estupendo e inteligente. Manejó lo deportivo con pasión y emoción; sus programas variados se alimentaban de sus propias fuentes de simpatía y agradable presencia. Con Buck Canel trasmitió, por la Cabalgata Deportiva Gillette, el beisbol de las Grandes Ligas y los mejores campeonatos de boxeo. Al igual, podíamos conocer de DiMaggio, Rizutto, Mantle, Yogui Berra o Roberto Clemente y de los Yankees del Bronx como de Rocky Marciano, Joe Louis y el gran Cassius Clay.
El viejo Gaucho del centenario programa “Bajo el cielo argentino”, Don Carlos Ochoa viajó por todo el país. En el año 2005, tuvo su último programa y, en él, dijo: Ahora Carlos Gardel, el morocho del almacén, cantando mejor que nunca, interpreta “El día que me quieras”. El jamás se convenció de que Gardel ya no estaba.
A todas estas, las noches a partir de las 7pm era casi religión sentarse frente a la tele para disfrutar y sufrir con Cristal, Por estas calles, La señora de Cárdenas, Estefanía y muchas otras novelas que se hacían dueñas de la audiencia. De allí el triunfo de Doris Wells, Yordano, Carlos Mata, Gustavo Rodríguez, Guillermo Dávila, Ricardo Montaner y Raul Amundaray, el Albertico Limonta del Derecho de Nacer, la inolvidable de todas las novelas.
DC / Luis Acosta / Articulista