A raíz de su pronunciamiento en defensa de la Constitución, a propósito de la arremetida de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, contra la ya vapuleada Asamblea Nacional, mucho comenzó a decirse a cerca de la “sospechosa” conducta de Luisa Ortega Díaz. Algunos pensaron que se trataba de una nueva treta ordenada por el sátrapa de Miraflores, otros dudaban, pero por si le caían moscas al caldo se atrevieron a mantener cordura con los extraños anuncios de la representante de la vindicta pública, y los que estaban dentro del gobierno comenzando por Diosdado y Padrino López, un chorrito frío de sudor comenzó a deslizárseles hacia abajo por la columna vertebral.
El asusto es que allí está y no parará ahora en su prédica por el legítimo legado del ausente comandante Hugo Chávez Frías. La Fiscal General de la República investida como está del poder que le otorga esa carta magna, ha clavado una mortal herida a la hiena que usurpa la tradición republicana y democrática de los venezolanos; y no podía ser de otra manera, cuando de verdad se es humanista y soñador de ideales libertarios, se es para siempre. Luisa ha regresado por sus fueros revolucionarios y por lo visto vino a dar la pelea no solo por la Constitución sino por un pueblo que le dio ese poder.
El fragor de mi activismo político me llevó a mediados de los años setenta, al lado de Ángel (la bruja) J Márquez y la gorda Priscila López, a jefaturar el inolvidable PRV – FALN del Estado Aragua. Allí conocí a una de nuestras activistas más aguerrida, quien, siendo apenas una estudiante de bachillerato, con nuestro periódico “RUPTURA”, iba de portón en portón a “propagar, agitar y organizar” a los trabajadores en la defensa de sus derechos laborales. Esta militante de la prensa proscrita y el activismo clandestino en la etapa de la cuarta república, era la hoy flamante Fiscal que resolvió defender la soberanía popular.
“Hay que consultar al pueblo si quiere o no la Asamblea Nacional Constituyente”. Ha dicho enfáticamente la Fiscal General, y como para no caer en artilugios jurídicos a veces difíciles y tediosos de entender para ese ciudadano sediento de que se le consulte, le ha recordado al ministro de la Defensa y a quienes desde los cuarteles sostienen al asesino de Nicolás, que antes de partir su mentor, como presagiando la traición de su cúpula política y castrense, señaló: “Hoy en Venezuela para cambiarle una coma, un punto, o una letra a nuestra Constitución nadie puede hacerlo, sino el pueblo venezolano, a través de un Referendo Nacional”.
La última vez que tuve oportunidad de ver personalmente a Luisa, fue hace tiempo en su despacho, donde generosamente me recibió y nos dimos la oportunidad de recordar aquellos años de la militancia intensa, en los cuales por mucho tiempo anduvimos juntos luchando por el viejo sueño de vivir en libertad; de manera que en honor a ese pasado irreverente, me veo en la obligación no sólo de solidarizarme y aplaudirle su conducta, sino a exigirle por la memoria de esos muchachos que han ofrendando sus vidas, en este nuevo combate por la democracia, y por este mismo pueblo que lucha incansablemente en las calles, que siga demostrando que volvió la China de aquellos tiempos y, que volvió para hacer cumplir la Constitución y asumir la verdadera Defensoría del Pueblo.
DC / Douglas Zabala / @douglazabala