Este 5 de julio recordamos el día en que el Congreso Auroral de la Patria, reunido en 1811, declaró “solemnemente al mundo que sus Provincias unidas son y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión y dependencia”. Por supuesto que lo ganado con esa declaración formal y solemne del Congreso, tendría luego que ser reafirmado con sangre en los campos de batalla, hasta que Carabobo decidió la suerte de nuestra Independencia en 1821.
Lo alcanzado entonces era la independencia política, la que debía verse acompañada de independencia económica, científica y cultural. En 200 años ha habido altibajos, estando hoy por desgracia en el nivel más bajo de independencia, porque no producimos nada, salvo el petróleo en condiciones cada vez más ineficientes y sometidas a la brutal corrupción que caracteriza al régimen.
Por primera vez en dos siglos vemos dramáticamente intervenida nuestra independencia política, como consecuencia de un régimen sumiso al comunismo internacional, que primero se entregó a Cuba y que ahora, además, ve sometida su libertad política por la fuerza real del narcotráfico internacional en el país, de la guerrilla colombiana y de países como China, Rusia, Irán e Irak. Ponerle punto final al régimen narco-castro-comunista, es el primer paso para reganar la independencia política que proclamamos solemnemente ante el mundo en 1811, y que en los últimos 18 años se ha venido perdiendo dramáticamente. Es hora de pasar la página, este mes de julio es tiempo propicio.
Ya suenan lejanas las palabras de Hugo Chávez cuando dijo que enfilaría a Venezuela hacia el mar de la felicidad, dando a entender que Cuba era el modelo a seguir. Afirmaría más tarde que Cuba y Venezuela serían una misma patria, un solo pueblo y un solo gobierno. Lo que él no imaginaba entonces es que en aras de ser un solo gobierno, los Castro lo asesinarían, como en efecto lo hicieron en diciembre de 2012, poco luego de declarada su reelección por el CNE en octubre de ese mismo año, y después de haber anunciado a Venezuela que Nicolás Maduro, entonces vicepresidente, sería su sucesor. Bien sabemos que fueron los hermanos Castro quienes escogieron a Maduro, hombre de los suyos formado en Cuba en sus años mozos, y con una sumisión a los Castro mucho mayor que la de Chávez, y sin riesgo alguno de que compita a estos el liderazgo internacional. Venezuela navegará más en las aguas del castro-comunismo a partir de la muerte de Chávez.
El castro-comunismo y particularmente Raúl Castro gobiernan hoy a Venezuela, y por su empeño en igualarnos, nos hunden sistemáticamente, deteriorando la economía que es hoy un verdadero desastre, es la vía para someternos más fácilmente.
El narcotráfico internacional es otro factor externo decisivo en la Venezuela de hoy, convertida en territorio libre para el tráfico de drogas, que encauza la mayor cantidad de estupefaciente que llega a Estados Unidos y Europa. El narcotráfico tiene dominios propios, normas específicas y territorios exclusivos, donde no entra nuestra Fuerza Armada. Pero no son los únicos, la guerrilla colombiana tiene igualmente territorios que le pertenecen, donde no posa el pie un soldado venezolano.
La convocada Constituyente Comunal de Maduro solo persigue consolidarlo en el poder, consolidar la sumisión y dependencia de Venezuela al narco-comunismo internacional. Procura que el débil en aceptación popular, el Maduro que ni siquiera cuenta con el 15% de respaldo, pueda por la vía de la imposición y de la mamarrachada de la constituyente comunal hacerse de todo el poder, que no lo será para él, porque no pasa de ser un arlequín, las decisiones seguirán en otras manos, a no ser que hagamos lo que nos corresponde: pasar la página. Estos días de remembranza de nuestra Independencia declarada el 5 de julio, es tiempo propicio para jurar la decisión inquebrantable de vivir absueltos de sumisión y dependencia. Gloria al Bravo Pueblo.
DC / Paciano Padrón / @padronpaciano