Aunque no se sabe a ciencia cierta si se puede prevenir prevenir el mal de Alzheimer, evitar ciertos riesgos desde la infancia podría demorar o incluso prevenir una tercera parte de los casos de demencia senil en el mundo.
Lo importante es evitar conductas que vuelvan al cerebro más vulnerable a la atrofia de la memoria y la capacidad de pensamiento a medida que el organismo va envejeciendo. Por ello conviene tener una buena educación desde edad temprana, evitar la alta presión sanguínea y la obesidad en la mediana edad,y evitar ser sedentario y aislarse de la sociedad en la vejez.
El estudio, publicado en la revista científica Lancet el jueves, reconoce que se trata sólo de hipótesis basadas en proyecciones estadísticas. Un estudio reciente en Estados Unidos fue mucho más cauto, al afirmar que si bien hay indicios de que los cambios de estilo de vida robustecen la salud cerebral, no hay pruebas fehacientes.
Aun así, nunca es tarde para intentarlo, dijo la autora del artículo, Gill Livingston, profesora de psiquiatría en el University College de Londres.
«Si bien la demencia senil generalmente es diagnosticada en la vejez, esos cambios en el cerebro suelen ocurrir años antes», dijo Livingston.
A comienzos del año entrante, se realizará un gran estudio en Estados Unidos para determinar si ciertas simples tareas cotidianas pueden ayudar a la salud cerebral. Entretanto los expertos afirman que no hay desventaja alguna en seguir ciertas recomendaciones de sentido común.
«Una mejor salud en el cuerpo significa una mejor salud en el cerebro», dijo la neuróloga Laura Baker, de la Facultad de Medicina Wake Forest en Carolina del Norte, quien dirigirá el próximo estudio.
Como un primer ejemplo está la actividad física, que es importante para mantener una buena salud cardíaca. «Si además de eso ayuda a mejorar las funciones cognoscitivas y a evitar la demencia senil, pues mejor», expresó el doctor Richard Hodes, director del Instituto Nacional de Geriatría.
Aquí unas conclusiones de la Conferencia Internacional de la Asociación Nacional del Estudio del Mal de Alzheimer:
RIESGOS IMPORTANTES
Los autores del artículo determinaron que un 35% de todos los casos de demencia se deben a tres factores de riesgo, que pueden ser alterados por conducta propia.
Recomiendan los siguiente: Asegurarse de tener una buena educación a edad temprana; evitar la alta presión sanguínea, la obesidad y el cigarrillo; manejar la diabetes, la depresión y la pérdida auditiva común con la vejez; mantenerse físicamente activo; mantener una vida social en la edad avanzada.
La teoría que fundamenta estas recomendaciones es que estos factores ayudan a hacer que el cerebro se mantenga bastante saludable para resistir la atrofia subyacente que acompaña a la vejez y que lleva al mal de Alzheimer.
¿REALMENTE AYUDAN ESTOS FACTORES PARA EVITAR LA DEMENCIA SENIL?
El mes pasado, las Academias de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos determinaron que hay pocas pruebas concretas. Ese reporte halló que hay indicios de que controlar la presión sanguínea, mantenerse activo y hacer ejercicios mentales podría ayudar a la causa, y en todo caso, daño no hace.
¿Por qué? Porque lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro. De hecho, la alta presión arterial, conducente a infartos y ataques cardíacos, también aumenta el riesgo de una «demencia vascular».
Además, hacer ejercicios mentales fortalece el cerebro, ya sea a raíz de la educación infantil o al aprender un nuevo idioma como adulto. Mientras más uno aprende, más conexiones hace el cerebro y se va creando lo que los científicos llaman reserva cognoscitiva. Algunos estudios indican que las generaciones modernas tienen mejor educación que sus antepasados, y que por eso son menos susceptibles a la demencia senil.
DC/AP