Freiderlin Jaimes Díaz murió el domingo a las 4:00 am, luego de permanecer cinco días recluida en el área de electroshock del Hospital Miguel Pérez Carreño, a consecuencia de un proyectil alojado en la cabeza.
El 20 de junio Freiderlin había cumplido 16 años de edad y tenía un hijo de un año y 10 meses.
Sobre los hechos. El 28 de junio, a las 9:00 am, la muchacha salió de su vivienda para ir a la casa de un amigo. Ambas residencias están ubicadas en el sector El Paraíso, en Santa Teresa del Tuy, estado Miranda.
No transcurrió mucho tiempo cuando la pareja y otro menor de 11 años de edad fueron sorprendidos por un grupo de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, adscritos al eje de Homicidios de Los Valles del Tuy, quienes irrumpieron en la casa con la intención de aprehenderlos.
Se presume que a Freiderlin Jaimes la tomaron de los cabellos y la usaron de señuelo para capturar a su acompañante, un presunto delincuente –que no está identificado– y a quien se le vincula con delitos cometidos en nombre de “el Nariz”, líder de una banda delictiva que opera en los alrededores del sector mirandino.
En el interior de la vivienda se produjo una negociación forzosa. Los efectivos querían al muchacho, mientras que desde el interior de una de las habitaciones de la casa se escuchaba: “Si la matan les lanzo una granada. Yo no me voy a entregar”.
No faltó un vecino que preguntara sobre el por qué del allanamiento y, al respecto, los funcionarios le respondieron: “La muchacha tiene que ver con el chamo en varios delitos”.
Una lluvia de disparos sorprendió a los presentes. Al rato, el cuerpo de la adolescente de 16 años colgaba de los brazos de un oficial, quien la metió en una de las patrullas.
No estaba muerta. Desde la sede de la medicatura forense que está ubicada en Bello Monte, Jessica Jaimes, madre de la víctima, contó que se le había dado por muerta. El Cicpc trasladó a la menor al CDI Las Flores, de Santa Teresa del Tuy, para realizar los trámites de rigor.
“Fue allí cuando los médicos se dieron cuenta de que mi hija tenía signos vitales, le dieron los primeros auxilios y la remitieron al hospital Simón Bolívar en Ocumare del Tuy”, señaló.
Dijo que el médico de guardia le explicó a los policías que su hija requería ser trasladada de emergencia a la capital porque ameritaba cuidados en el área de neurocirugía. “Hubo una disputa entre el médico y los del Cicpc porque me la querían dejar morir”, recalcó.
Jaimes agregó que luego del CDI, el resto de los traslados –de un centro asistencial a otro– se hizo en un vehículo particular de la familia, custodiado además por los funcionarios: “Cuando se dieron cuenta de que estaba viva, me la querían poner como una detenida. Al recuperarse ella iba presa”.
La vida de Freiderlin Jaimes dependía de los aparatos. Fuera de la habitación, otra comisión del Cicpc custodiaba la entrada y salida de visitantes. La presencia de efectivos se mantuvo por dos días.
La joven murió el domingo a las 4:00 am. La autopsia determinó que tenía fractura de cráneo y edema cerebral. Nunca consiguió el cupo para el área de neurocirugía.
Su madre cuestionó que en el reporte policial se le vinculara con su vecino, presuntamente por participar en hechos delictivos.
Sobre este hombre se supo que huyó de la escena, herido con impactos de proyectil en una pierna. Del menor se conoció que resultó ileso y se encuentra a las órdenes de los organismos de la región.
Jessica Jaimes manifestó que denunciará en el Ministerio Público a los policías: “Tratan a las personas como animales y siembran cosas para armar un expediente. Mi hija no tenía nada que ver con esos líos de bandas”.
DC/El Nacional