Durante esta semana reflexionaba sobre la necesidad de reingeniar mis líneas y escribir una nota distinta a las noticias negativas que nos vienen explosionando desde los diferentes medios de comunicación y redes sociales, contentivas de un lenguaje de guerra, agresivo, cuando lo que realmente se requiere es una oda al optimismo y aunque el escenario es incierto en esta dinámica silenciosa, siempre se impondrá la vida.
Ante este contexto, dentro de mi reflexión me consigo con una obra del escritor español Eduardo Punset, en la cual da motivos para creer que el futuro será mejor, considerando el autor que ante cualquier situación de crisis es necesario inicialmente realizar un diagnóstico, aunado que la maximización de la palabra “crisis”, tiende siempre a ser exagerada y a buscar culpables, para eximir responsabilidades de los gobernantes de ahora y del pasado, sin darse cuenta que el verdadero problema no radica en una crisis planetaria, sino una crisis de países específicos que cometieron errores notables, como vivir durante años por encima de sus posibilidades, como es el caso de Venezuela.
El autor plantea, que los países atraviesan crisis política y económicas, considerando que son parte de su crecimiento, durante el siglo pasado los gobiernos se preocupaban como distribuir las riquezas, durante este siglo deben ocuparse de cómo van redistribuir el trabajo, donde la gente debería tener más tiempo para dedicarlos a sus familias, al conocimiento, para intercambiar conocimiento, aprovechando la tecnología y las ventajas de las redes sociales, dicho intercambio supera los atajos del pasado donde se requerían más de dos mil años para generar una ciudad o una civilización y ahora con las redes sociales, se hace de la noche a la mañana.
Dentro de este orden ideas planteadas por Punset, me genera mucho optimismo saber que en el pasado, en el mundo clásico cuando se generaban las crisis, se acudía a la sabiduría de las personas mayores, de los sabios o notables, sin embargo en este nuevo siglo, se mira hacia a los jóvenes, porque son los que saben asumir los retos inesperados, los que asumen los desafíos, los que están conectados con las exigencias de la manada, que ven ellos las posibilidades de cambio, por lo tanto los gobiernos, empresas, instituciones, fundaciones, están llamados a permitirles el protagonismo a las nuevas generaciones.
Punset, cree que cualquier tiempo pasado fue peor, cuando nos anclamos en el pasado, no podemos avanzar, siempre el futuro traerá mejores posibilidades, solo requiere que cada ser humano sea consciente del lugar que asume en este universo y aprovechar las posibilidades de crecer que nos brinda las ciencias, plantea el autor que hay muchos temas que mantienen embriagados a la gente y no les permiten desarrollar su creatividad, viéndose estancando, sin conseguir trabajo, a pesar de tener las competencias académicas aprendidas en años de estudios, por lo tanto de cara al futuro será necesario adquirir competencias distintas al coeficiente intelectual (IQ), aunado también al poder de concentración, al enfoque en aquellas cosas que realmente les gusta hacer y que la intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón.
En esta sintonía atribuye Punset, que vivimos unos momentos donde están cambiando las cosas, donde realmente puede cambiarse el mundo, y puede hacerse por este descubrimiento de la cantidad ingente de conocimiento, que no es racional, sino que es instintivo y que está en el inconsciente; seguidamente lo atribuye al esfuerzo individual, superando el mito que estamos hechos para una cosa, que no podemos cambiar de trabajo, de opinión, asunto totalmente incierto ya que los estudios científicos han comprobado que tanto los primates como los seres humanos tenemos la capacidad de aprender y desaprender, de saber olvidar la experiencia, y de representar mentalmente aquello que estamos pensando, permitiéndonos predecir y comprender los cambios.
Finalmente, afirma Punset, “hay una vida antes de la muerte”, por lo tanto nos invita a construir nuestras propias experiencias y trabajar en nuestras propias vidas, que puedan influir en nuestro entorno y ante la negatividad es de suma importancia abrir nuestras mentes y corazones e iniciar desde ahora un viaje al optimismo.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia