Por lo general, en la época de vacaciones las personas aprovechan para disfrutar del clima y especialmente de la playa sin restricciones. Ello, a pesar del hecho de que la exposición prolongada al sol puede resultar perjudicial para la salud.
Los rayos ultravioleta pueden ocasionar daños visibles en la piel como quemaduras y envejecimiento prematuro, además de ser son la principal causa de cáncer cutáneo. De allí, la importancia de tomar las precauciones necesarias para protegerse de la sobreexposición.
La doctora Nilsa Mancín, dermatóloga oncológica, explicó que el sol emite rayos que son fuente de energía, ayudan a la síntesis de Vitamina D y generan bienestar psicológico. Sin embargo, la radiación ultravioleta que emana, es el carcinógeno más importante en las pieles claras.
El tiempo total de exposición al sol de una manera inadecuada en la vida de una persona, va a determinar si presentará o no en la adultez esta patología, cuyo número de casos se duplica cada 10 años desde 1930, según la especialista.
Debido a que el daño solar es acumulativo y a que la mayor cantidad de sol que recibe una persona ocurre ante de los 18 años, es necesario comenzar a protegerse desde la infancia. La doctora Mancín dijo que el antecedente de dos o más quemaduras solares intensas, con formación de ampollas antes de esta edad, aumenta la probabilidad de melanoma en el adulto.
“El cáncer de piel es más frecuente en áreas expuestas al sol al igual que las queratosis actínicas (carcinoma espino celular), que son lesiones premalignas. Las quemaduras solares intensas aumentan el número de pecas y lunares aumentando así el riesgo de melanoma que es el tipo de cáncer más agresivo”, señaló.
¿Cómo cuidar la piel?
La doctora Nilsa Mancín explicó que la mejor forma de prevenir esta patología es disminuyendo la exposición solar y protegiéndose adecuadamente mediante el uso de protectores de amplio espectro y con un factor de protección no menor de 30 o 50, que es la capacidad que tiene el producto de filtrar o bloquear el paso de los rayos solares.
También se puede proteger la piel mediante el uso de accesorios como sombreros de ala ancha, franelas manga larga, sombrillas, colocándose bajo toldos o
árboles. “Siempre debemos tomar en cuenta las superficies que nos rodean y reflejan el sol como la nieve, el agua, el cemento y la arena, que son las que mayor reflexión producen”, indicó Mancín.
La radiación ultravioleta B (RUVB) se encuentra en su máxima intensidad entre las 11 de la mañana y las 3:30 de la tarde, y es la responsable de la formación del eritema y formación de ampollas al exponerse al sol; mientras que la radiación ultra violera A RUVA, de onda más larga, se encuentra todo el día y produce fotoenvejecimiento, un proceso caracterizado por la aparición prematura de lesiones en la piel como arrugas finas y profundas, sequedad, flacidez y aspereza de la piel, así como microvárices y cambios pigmentarios. Por ello, se recomienda evitar exponerse durante estas horas picos.
Las pieles más sensibles y propensas al cáncer de piel son las blancas, las cuales tienen poca capacidad para broncearse y se enrojecen fácilmente. Las pieles más oscuras tienen mayor fotoprotección natural porque tienen más melanina. Mientras que la piel de los bebés es más frágil y más susceptible al daño solar, por ello, se debe evitar su exposición antes de los 6 meses por peligro de insolación.
La especialista aseguró que hoy en día existe una gran variedad de productos para proteger del sol los diferentes tipos de piel. Los geles, fluidos y lociones son mejores para pieles oleosas o con acné; las pastas y cremas para niños, y los spray para todo el cuerpo.
“Siempre se debe colocar una capa generosa 20 minutos antes de exponerse al sol, luego de salir del agua y retocar cada 3 horas si se suda mucho. Ir a la montaña exige cuidados similares porque la altitud aumenta la exposición al sol por cercanía”, acotó la dermatóloga.
DC/NP