La Casa Blanca ha suspendido, al menos temporalmente, las discusiones sobre sanciones a Venezuela, debido en parte a preocupaciones de que reducir el suministro de petróleo afectaría a los estadounidenses que batallan con la devastación causada por los huracanes Harvey e Irma, según dos fuentes familiarizadas con el asunto.
“La Casa Blanca quiere apretarle la tuerca a Maduro, pero no a costa de los conductores en Estados Unidos”, dijo un ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional familiarizado con el tema.
Según dos altos funcionarios federales, el equipo de Trump quiere ver cómo la última ronda de sanciones afecta a Caracas. Y antes de imponer sanciones al sector petrolero venezolano, Washington también necesita determinar cómo ello afectaría a los consumidores de gasolina y al sector del crudo en Estados Unidos, que todavía no se ha recuperado del impacto de Harvey e Irma.
“Estamos al tanto de la situación”, dijo el alto funcionarios del efecto de los huracanes en los suministros petroleros. “Lo que tenemos que observar es cómo las refinerías de la región responden a los daños y qué significa eso para los precios en Estados Unidos”.
Washington aumentó la presión sobre Venezuela el mes pasado con las penalidades más fuertes impuestas desde que el presidente Nicolás Maduro impuso una nueva Asamblea Constituyente que le robó la autoridad a los legisladores elegidos democráticamente.
Las sanciones más recientes bloquearon la capacidad de Venezuela de pedir préstamos a instituciones estadounidenses y prohibieron que Citgo, la filial estadounidense del monopolio estatal petrolero PDVSA, enviara dividendos al país.
El gobierno del presidente Trump ha prometido que seguirá aumentando la presión sobre Caracas hasta que el gobierno venezolano restaure algunas instituciones democráticas. Los asistentes del presidente le han formulado “un mapa de ruta” con opciones que incluyen más sanciones individuales y otras medidas para estrangular la economía venezolana. Dentro del gobierno en Washington esto se ve como maniobras que pueden aplicarse individualmente hasta que Washington tenga pruebas de que Maduro cumple las exigencias de sus vecinos.
“No estamos contentos con la situación en Venezuela”, dijo el alto funcionario del gobierno. “Nuestro objetivo es restaurar la democracia. Eso lo hemos dejado en claro”.
Pero hasta el momento, Trump no ha aplicado la llamada “opción nuclear”, las sanciones al sector petrolero venezolano que pudieran cerrar a Caracas el acceso a su principal fuente de efectivo, que necesita desesperadamente en medio de una fuerte crisis económica y humanitaria.
Eso se debe en parte a que funcionarios de la Casa Blanca quieren dar a la última ronda de sanciones algún tiempo para afectar a Maduro. Los funcionarios están observando con particular detalle si Venezuela puede cumplir una fecha tope a corto plazo para el pago de unos $4,000 millones en deuda, suma que Caracas no tiene en activos líquidos.
“No hay razón para tomar medidas ahora”, dijo un asesor económico familiarizado con los planes de la Casa Blanca.
Los huracanes Harvey e Irma –y su impacto sobre la industria petrolera estadounidense y el precio de la gasolina que enfrentan los consumidores– sirvieron para fortalecer la opinión en el gobierno de que no es el momento para aplicar sanciones al sector petrolero venezolano.
“La Casa Blanca estaba dispuesta a soportar un aumento ligero en el precio de la gasolina, pero los huracanes cambiaron la situación”, dijo el ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional.
Cuando Harvey golpeó en Texas, afectó la industria petrolera al impedir el atraque de varios tanqueros que esperaban para descargar cientos de miles de barriles de crudo, lo que demoró su llegada a las refinerías en la Costa del Golfo, que representa el 25 por ciento de la producción de gasolina del país.
“Cerrar el acceso al crudo venezolano al mismo tiempo que estas refinerías están fuera de servicio tendría un impacto muy fuerte”, dijo Scott Modell, director gerente del Rapidan Group, un grupo asesor en materia de energía.
Estados Unidos importa unos 700,000 barriles diarios de petróleo pesado de Venezuela. Aproximadamente 30 por ciento de la producción de gasolina quedó eliminada debido al huracán Harvey. Así que cerrar el acceso al crudo venezolano importado obligaría a las refinerías a remplazarlo con petróleo de otros lugares más lejanos, como Arabia Saudita.
Francisco J. Monaldi, experto en el sector petrolero venezolano en la Universidad Rice en Houston, dijo que los huracanes crearon una “prohibición de facto de exportación” del crudo venezolano. Durante al menos algunas semanas, el gobierno estadounidense puede observar cómo Caracas responde a no poder enviar tanto crudo a las refinerías estadounidenses.
“Tendrán que tomar decisiones muy difíciles, y el cierre de la producción en algunos campos pudiera ser devastador si no se hace correctamente”, dijo Monaldi. “En algunos casos, si se cierra la producción, es complicado reanudarla”.
Michael McCarthy, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la American University, dijo que los huracanes subrayaron aún más el costo potencial de esas sanciones para Estados Unidos, algo contrario a la plataforma “Estados Unidos primero” de Trump.
“Esas refinerías van a perder parte de su capacidad y Venezuela es un importante cliente de esas instalaciones”, dijo McCarthy. “Esos son ingresos seguros [para Venezuela] desde hace mucho tiempo, a pesar de la escalada de las tensiones políticas. No es algo que quieren ver implementado”.
DC | El Nuevo Herald