Sin lugar a duda alguna, esta nueva generación de venezolanos, están viviendo, inducidos y sometidos, en la degradación, donde la institucionalidad, paso a ser sustituida por el imperio del malandraje, forzándoles a abandonar los caminos que le deparan la existencia misma. Esta es la misma institucionalidad que aplican los funcionarios, cuando entran a una finca empuñando las armas, como ocurrió en La Carolina. También hay similitud con los pistoleros que disparan contra manifestantes que realizan protestas para exigir reivindicaciones laborales.
Es la filosofía, que es llamada «tomar el cielo por asalto», estos son los embates a los cuales las nuevas generaciones se enfrentan. Sin embargo, este poder, comienza a sufrir mutaciones, en virtud de la situación que su propia esencia confronta y su posibilidad de convertirse en un recurso de coerción, más inmediato de quien pretende imponerse ante realidades que presuponga favorables a sus intereses, hace del poder el instrumento más expedito para allanar escenarios o forzar condiciones de manera particular.
Así, este régimen concibe el poder. Tal es el grado de incidencia que tiene este poder en el ámbito público, que su concepción acusa una suerte de escándalo que tampoco le viene por mera casualidad. Tanto que los griegos dicen que “el poder es la prueba del hombre”.
El análisis del panorama, para las nuevas generaciones, se presenta si no desolador, sí manifiestamente poco renovado. Los jóvenes, los nuevos, en este campo son escasos. Es por eso, que hoy, al ver esta horrible novela que vive esta generación de jóvenes, quienes nunca, podrán desertar de su pasión, como de la lectura de ella, se debe de realizar, siempre tratando de encontrar, lo que de nuevo se pueda aportar, a este género del malandraje, aportes que a la fecha, no se les ha aportado por la clase política actual.
Los venezolanos, han entendido, que lo que mantiene viciada la atmósfera que respiran y viven, es el afán de poder que hay en los sectores que siguen y pretenden usurpar posiciones de gobierno, cuando los actuales gobernantes han demostrado la mayor incompetencia para conducir un proceso que, por naturaleza social y cultural, se tornó políticamente complejo dado al desencuentro promovido por la ingobernabilidad existente que ha venido marcando las dificultades de conciliación entre los factores activos más inmediatos de la política venezolana, sumado a la incertidumbre que viene afectando el discurrir político del país, este problema ha logrado una connotación de suma gravedad.
El oficialismo intentará cualquier excusa para continuar aferrado al poder convencido de que sus razones son irrebatibles. Precisamente por el abusivo manejo del poder que se arroga. Con el cuento de salvaguardar los intereses de un pueblo, al cual erradamente politizaron y en consecuencia fracturaron. Los jóvenes se resisten, y no solo ellos, a vivir refugiados en la ideología revolucionaria que malamente se inventaron para justificar el desorden emprendido.
Con la imprudencia que le concede el desmedido poder, pretenden endiosar al presidente, para así permitirse tomar el cielo por asalto.
DC / Dr. Johnny Galué / Abogado, Político / @COOTUR