Una militante siria de la oposición y su hija, periodista, fueron halladas muertas en su apartamento de Estambul, informaron el viernes medios turcos, mientras que sus familiares denunciaron un “asesinato”.
La policía encontró los cuerpos sin vida de Arubeh Barakat, de 60 años, y de su hija Halla Barakt, de 22, el jueves por la noche, tras haber recibido un aviso de familiares suyos, preocupados porque no lograban contactar con ellas, según las agencias turcas Anadolu y Dogan.
Según Dogan, unos vecinos de las víctimas, que vivían en Usküdar, en la parte asiática de Estambul, afirmaron que habían sido degolladas.
Según el diario Hürriyet, madre e hija fueron asesinadas hace unos días y sus cuerpos, rociados con detergente para retrasar los olores fruto de la putrefacción.
La hermana de Arubeh Barakat, Shaza, confirmó su muerte en Facebook, declarando que ambas habían muerto “a manos de la injusticia y de la tiranía”.
Según la misma fuente, Arubeh Barakat se oponía desde los años 1980 al poder sirio, primero a Hafez Al Asad y luego, a su hijo Bashar, que le sucedió en 2000.
La familia de las víctimas considera que su muerte podría estar relacionada con las labores de oposición de Arubeh Barakat, indicó en Facebook un activista sirio, Rami Jarrah.
La Coalición Nacional de la oposición siria, con sede en Estambul, rindió homenaje a las dos mujeres y denunció “un asesinato atroz” del que responsabilizó a “la mano del terrorismo y de la tiranía”, en alusión al régimen de Al Asad.
Riyad Hijab, coordinador del Alto Comité Sirio para las Negociaciones (HCN), afirmó por su parte en Twitter que “el asesino […] no logrará sus objetivos”. “Pedimos que sea detenido y procesado ante la justicia”.
Por su parte, Halla Barakat trabajaba para la página web Orient News y también había estado empleada en el canal en inglés de la televisión pública turca (TRT).
Desde que empezara el conflicto en Siria, en marzo de 2011, casi tres millones de sirios, incluidos numerosos opositores al presidente Bashar Al Asad y periodistas, se refugiaron en Turquía. Muchos de ellos han recibido amenazas de muerte.
AFP