Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, no existían los partidos políticos. Tampoco se conocían los bebesaurios, hijos de reptiles políticos, que no dan espacios a nueva sangre, nuevas generaciones y nuevas ideas. La sociedad no conocía los poderes públicos, tal como los conocemos hoy. Muchas son las teorías del por qué se extinguieron esos enormes reptiles, sin embargo, son muy pocas las aceptadas por la comunidad científica.
El fósil de una cría de Rapetosaurus krausei del Cretácico superior, hallado en Madagascar, mostró que este dinosaurio saurópodo, que podía alcanzar hasta 15 metros de longitud y pesar tanto como un elefante, nacía de un huevo más pequeño que un balón de fútbol, crecía rápidamente y se protegía a sí mismo después del nacimiento. El análisis indica que en el momento de la eclosión del huevo estos seres pesaban unos 3 kgs. Lo sorprendente es que, en tan solo unas cuantas semanas lograban alcanzar los 40 kilos de peso y 35 centímetros de altura. Este crecimiento desmesurado solo es comparable con el de las faltriqueras de algunos iguanodontes políticos que se aprovechan de su rol para enriquecerse.
La aparición de este fósil tiene cierto parecido con la tesis de Rómulo Ernesto, cuando le dijo “cadáver insepulto” a Jóvito Rafael porque lo creía muerto políticamente a causa de una serie de derrotas, en las que contribuyó el margariteño con su verbo y su partido. Se olvidaba el Pacairigüense que en Venezuela existe un refrán que reza: “Yo he visto mucho muerto cargando basura”. Al final comprobó que en política hay que estar ineluctablemente bajo tierra, para ser considerado definitivamente muerto.
Los Dinosaurios, esos animales grandotes, lentos, pesados, se extinguieron quizás por no saber o no poder adaptarse a las condiciones y cambios que estaba experimentando la tierra en aquélla época. En política también existe una generación de «dinosaurios» muy selecta y de avanzada edad, lentos, pesados y retrógrados, que le hacen más mal que bien a la política. Son reptiles fósiles de la época de la Unión Soviética y de la llegada del hombre a la luna que asoman la cabeza como las tortugas, sin capacidad para ofrecer verdaderas alternativas creíbles, navegando entre la añoranza de tiempos pasados, y la aspiración de volver a estar en el poder, aunque sea por un ratico.
Es común reconocer características mesiánicas en dirigentes que se presentan a sí mismos como la única alternativa de justicia y reivindicación para el proceso histórico de un pueblo. Este tipo de liderazgos suelen atribuirse, además, la capacidad de cambiar y arreglar las cosas, y de traer progreso, desarrollo y justicia social. En este sentido, los liderazgos pintados de dinosaurio, suelen surgir en coyunturas políticas complejas y, por lo general, emplean discursos populistas y de carácter demagógico para acaparar el favor popular.
Es imposible que la democracia funcione aceptablemente con especies que no se extinguen, que sobreviven a las heladas, granizadas y a los huracanes políticos. Pongo especial énfasis en señalar que no es lo mismo: un viejo político que un político viejo. Apoyo las alianzas intergeneracionales porque reconozco que hay personas de juventud prolongada que son nuevos en las lides políticas, sin embargo, también conozco muchos casos de personas que son cronológicamente jóvenes, pero ancianos políticamente hablando. Estamos a las puertas de unos comicios y los ciudadanos tienen el deber de seleccionar líderes inclusivos e integradores que valoren, respeten y defiendan: los derechos individuales, la libre iniciativa y el libre comercio; candidatos que rechacen las prácticas corruptas, populistas y demagógicas. Si esto se logra, estaremos evitando caer, nuevamente, bajo el dominio de las ideologías o religiones de la política y sus redes clientelares.
DC / Noel Álvarez / Coordinador Nacional de IPP-Gente / @alvareznv