El debate sobre si se debió aceptar o no la convocatoria a la elección de gobernadores, el proceso de inscripción de aspirantes de todos los partidos, grupales e individuales, lo relativo a los consensos y resultados de primarias realizadas así como algunas otras cosas de importancia en su momento, es actualmente extemporáneo. Mantenerlo vivo no beneficia en la lucha por el cambio de régimen. Sobre todo si se mantiene, de parte y parte, un lenguaje ofensivo e increíblemente contrario a la decencia que debe exigirse a todas las partes.
Venezuela entera sabe mi posición. La he manifestado con claridad y sin ofender a nadie. Tanto sobre el tema que nos ocupa como con relación a importantes omisiones de la Asamblea Nacional, las benditas reuniones o “encuentros” dominicanos y al no cumplimiento del mandato impuesto por la nación a quienes pretenden dirigirla, en la consulta popular del pasado reciente. Sin embargo, no es tiempo de ser profetas del pasado, es decir de lo que no sucedió. La coyuntura nos obliga a poner los pies sobre la tierra, a pasar la página en cuanto a hechos irreversibles, aunque no tanto sobre algunos responsables que en, su momento, tendrán que rendir cuentas.
Resulta que ahora el debate está auto centrado en la oposición haciéndole el juego a un régimen que lucía acorralado y en fuga. Pero que también juega. Votar o no votar. ¡Increíble! Si el gobierno se mantiene es por culpa de alguna de las dos facciones y no tanto de la gravísima situación material y moral del país entero. Me he resistido de caer en este dilema. La gran mayoría del país también.
Como consecuencia de lo anterior en muchos de los originariamente no votantes ha cogido cuerpo racional la idea de votar para sumar aunque sea un granito de arena. No para conquistar algunas “posiciones” o “espacios”, ni para estabilizar un cuadro que más bien debe romperse radicalmente. Se trata de pensar y actuar, a estas alturas del juego, en los intereses de las regiones, de los Estados que luchan por un mayor grado de autonomía e independencia frente a la dictadura centralista.
En lo personal lo sufro distinto. Para el régimen no existo. Fui condenado por esta justicia baratera a dos años sin poder salir del país. Llevo más de siete y no tengo pasaporte. No puedo votar porque mis derechos políticos están “suspendidos”. El CNE me borró del registro electoral. No ha habido forma, hasta ahora, de recuperar la ciudadanía plena a pesar de los términos de la sanción.
Sin embargo, a todos mis amigos y relacionados en el Zulia le he pedido que ayuden y trabajen por el triunfo de un gran candidato: Juan Pablo Guanipa Villalobos. Tenemos la misma formación, las mismas raíces y los mismos propósitos.
DC / Dr. Oswaldo Álvarez Paz / Ex Gobernador del Estado Zulia / oalvarezpaz@gmail.com / @osalpaz / http://alvarezpaz.blogspot.com